Blogia

HERMANO MERO & HERMANA CABRA

ASCENSIÓN AL CAMPBIEL

El Pico Campbiel se encuentra en pleno Parc National Des Pyrénées Occidentales, en la vecina Francia, justo al norte de la estación de esquí alpino de Piau Engaly.

Esta montaña, de 3.173 m de altura, forma parte del macizo del Neouvielle, el cual podría dividirse en dos grandes grupos de cumbres; al norte del Lago Cap de Long el propio Pico Neouvielle y sus satélites, y al sur el grupo del Pic Long, máxima altura de la zona y vecino de nuestro objetivo, el Campbiel.

Esta ruta puede combinarse con la vuelta al Neouvielle, también propuesta en este blog, ya que ambas comparten un tramo de ruta. Sin embargo, salvo que estemos muy en forma, o planeemos algún vivac intermedio, quizás sea mejor plantearla de forma independiente.

El acceso desde España al punto de inicio es por el túnel de Bielsa. Una vez en Francia la carretera nos bajará a la población de Aragnouet y Fabian. Desde esta última, un desvío nos conduce al Lago Cap de Long, donde existe un parking en el que dejar aparcado el coche.

Por último, y antes de comenzar con la descripción de la ruta, advertir que todas las indicaciones de dificultad, horario, etc… se refieren a condiciones estivales. La presencia de nieve incrementaría notablemente la dificultad. Hay que tener en cuenta que estamos ascendiendo a un tresmil. Eso significa que tendremos que afrontar bastante esfuerzo, que las condiciones climáticas se pueden poner en nuestra contra y que siempre encontraremos alguna dificultad: Ningún tresmil, aunque sea sencillo, sale gratis.

 

Horario: Alrededor de 8 horas, ida y vuelta.

Desnivel: 1.100 m aproximadamente.

Dificultad: Facil-Media. Todo tipo de terrenos; Caminos y senderos bien trazados, pero con algún punto aéreo en el que hay que tener cuidado, pedreras y en definitiva, terreno de alta montaña.

 

Dejamos el coche en el aparcamiento para turismos de Cap de Long, junto a varios bares y restaurantes de madera, para continuar por la ancha pista de tierra que recorre el lago por su margen orográfica derecha (izquierda según el sentido de nuestra marcha). Pasamos por un segundo aparcamiento, para autocaravanas, y al poco tiempo llegamos a un derrumbamiento que corta la pista. Avanzamos entre los enormes bloques hasta volver a encontrar la pista, que seguimos hasta su final.

Grupo del Neouvielle desde Cap de Long

En este punto debemos bajar varios metros siguiendo los hitos, hasta encontrar un sendero, bastante ancho, que continúa recorriendo la orilla del lago.

Cap de Long. Al fondo Turón, Tres Consejeros y Neouvielle

Como ya nos habremos percatado, el lago está completamente rodeado de altos farallones, por lo que, a los pocos minutos, el sendero comienza a ganar bastante altura, con la finalidad de superar dichos cortados por su parte superior.

Por suerte la subida es bastante cómoda, gracias a los bloques colocados a modo de escalones y a las amplias lazadas que traza el camino. Continuamos a una altura de unos 150 metros  por encima del agua, siempre por buen camino, aunque tendremos que tener cuidado, sobre todo si la roca está mojada, porque en algún punto un tropezón podría ser fatal.

Rodeando el Lac du Cap de Long

El camino nos lleva, ahora en ligero descenso, hasta un rellano con pinos, donde los mojones se bifurcan; los de la derecha nos llevarían hasta la orilla del lago, mientas que los de la izquierda, que son los que seguiremos, remontan todo el valle de Cap de Long.

El camino se interrumpe y nos lleva directamente a una pedrera que hay que atravesar, pero pronto veremos mojones cerca del lecho del arroyo. Bajamos hasta ellos y atravesamos el curso de agua, para seguir ascendiendo a su lado por sendero bien marcado.

 

Dejando atrás el lac Capd de Long

El arroyo se introduce en un circo de paredes con apariencia de infranqueables, por lo que el sendero lo abandona y comienza a trepar por una loma a la derecha del barranco por el que cae el agua. La inclinación es cada vez más acusada, y el sendero sube casi por la línea de máxima pendiente, sin apenas hacer ningun zig-zag y sin darnos ninguna tregua.

Primer resalte, y sobre el, la cumbre del Campbiel

 

En el tramo más inclinado, con el corazón del macizo del Neouvielle a la espalda.

Por suerte la subida no es demasiado larga y pronto el sendero se vuelve más horizontal, hace un corto flanquéo y pasando por detrás de unas rocas nos conduce hasta el otro lado de la loma.

Por terreno bastante más cómodo llegamos a una cubeta colmatada, ocupada por una zona de empradizados y charcas. Bordeamos esta zona por la izquierda hasta una especie de collado poco marcado y encaramos un nuevo resalte, de apariencia más pedregosa, pero más cómodo de subir que el anterior.

A la izquierda, el Turón; dentro de un par de días estaremos sobre su cumbre.

Comineza el segundo resalte

El terreno cada vez es más seco y desolado, pareciendo casi lunar. Pronto nos encaramamos a una especie de barrera de roca blanquecina, que contrasta con el color más oscuro del terreno que nos rodéa.

 

Fin de las dificultades. Bienvenidos a la luna.

A pesar de los metros de desnivel que llevamos encima, la sonrisa no se pierde.

Desde aquí vemos, a nuestra derecha, el Pic Long y el glaciar relicto del Pays Baché. A nuestra izquierda, la tremenda e inclinada pedrera que llega hasta la misma cumbre del Campbiel, más de trescientos metros por encima de nuestras cabezas.

Pedrera directa a la cumbre. Por aquí bajaremos luego.

Aunque vemos un sendero que asciende por dicha pedrera, y a pesar de ser el camino más directo a la cumbre, preferimos no tomarlo porque de subida puede ser muy monótono y agotador. Dicho sendero es mejor elección para la bajada. En su lugar rodeamos por la izquierda el hoyo que se abre al sur, para ir a ganar en suave subida el amplio collado que cierra el valle.

Antes de llegar al collado sobrepasamos un lago, cuyas aguas no son capaces de disipar la sensación de desolación que produce este lugar. Por fin llegamos a la Hourquette de Cap de Long y comenzamos a subir, por fin, las últimas laderas del pico.

  

Llegando al collado

Aunque la pendiente es fuerte, avanzamos por un sendero inteligentemente trazado, que en sucesivos zig-zag nos hace ganar metros con un esfuerzo moderado.

Pasamos por una zona con varios resaltes de roca, que se superan sin problemas gracias al sendero y a las terrazas y gradas que se van descubriendo según avanzamos.

Las vistas hacia la cadena axial del Pirineo son magníficas, y a pesar del abismo que tenemos a escasos metros de nosotros, la subida no es en absoluto aérea.

Pasado el tramo rocoso, en el que apenas tendremos que hacer uso de las manos, la loma pierde inclinación y bordea una primera cota de 3.157 m. Se trata del Pico de la Lentilla, una cumbre secundaria del Campbiel.

Llegamos a un colladito que separa ambas cumbres, desde el que podemos retroceder para subir al Pico de la Lentilla. Este desvío apenas nos llevará varios minutos y merece la pena por las vistas que obtenemos de nuestro objetivo principal, cuya cumbre, desde aquí tiene una apariencia afilada y elegante.

  

Campbiel el Pico de la Lentilla. Su rostro más aspero.

  

En el Pico de la Lentilla y el Campbiel al alcance de la mano

Volvemos al collado, ascendemos una nueva cota apenas marcada y llegamos a un segundo colladito. A partir de aquí la cresta se estrecha un poco y nos puede obligar a usar las manos para guardar el equilibrio en algún momento, pero sin ofrecer ninguna resistencia digna de mención, por lo que en un par de minutos estaremos en la cumbre.

  

Ultimos metros para la cumbre

Desde aquí, si el tiempo lo permite tendremos unas vistas parecidas a las que hemos tenido durante toda la subida; al sur la zona del Pirineo axial, y llamando poderosamente la atención, el glaciar de Monte perdido y su cumbre, el Cilindro y la zona de Gavarnie, con la brecha de Rolando destacando del paisaje. Mas al Oeste también destaca el glaciar del Vignemale, y mucho mas cercanos, el Pic Long, y todo el ramillete de cumbres del Neouvielle.

  

En la cumbre. Uno para todos....

Macizo del Neouvielle desde el Campbiel

Pic Long y el exangüe glaciar de Pays Baché

Misma vista tirando de zoom

A nuestros pies Piau Engaly

Por detras del Pico de la Lentilla, asoman caras conocidas; Taillón, Punta Bazillac, Brecha de Rolando, Casco, Marboré...

Y más vistas.... Borrachera de cumbres.

Para el descenso podemos elegir desandar la misma ruta que hicimos al subir, o bien retroceder hasta el colladito anterior a la cumbre y desde allí tomar el sendero que desciende por la pedrera noroeste del pico y que pudimos observar desde la hoya anterior a la Hourquette de Cap de Long.

Como ya dijimos, este descenso es más directo y a pesar de su inclinación resulta cómodo descender entre las piedras finas por las que nos deslizamos y que nos llevan rápidamente a la franja de rocas blanquecinas por la que pasamos al subir.

Desde este punto la vuelta coincide exactamente con el itinerario de subida.

De regreso... Y que largo se hace.

 

Texto: Hermano Mero

Fotos: Hermano Mero, JM, Elisa.

Croquis y track (wikiloc). Autor del Track: Maderos

 

Nota importante: La descripción de esta ruta procura dar la información lo más precisa posible, pero siempre basada en la experiencia del autor, por lo que sus apreciaciones pueden ser subjetivas. Esta descripción y los croquis que contiene no pueden sustituir a un mapa de la zona. Es recomendable buscar otras fuentes de información, como libros y guías de montaña especializados, para hacernos una idea lo más aproximada posible de la ruta y decidir si está dentro de nuestras posibilidades o no. Es imprescindible tener la experiencia, el conocimiento, la formación y el material adecuado para realizar esta actividad. Valora tu forma física y tus conocimientos sobre como moverse en montaña, informate sobre la climatología y actúa con prudencia, no excediendo tus capacidades. Aún así el montañismo es una actividad que conlleva un riesgo intrínseco, por lo que, si decides realizar esta ruta, ten en cuenta que cada uno es responsable de las elecciones que toma, de si mismo y de su seguridad. Es exclusiva responsabilidad de quien pudiese utilizar esta información los posibles percances que pudiera sufrir como consecuencia del desarrollo de una actividad basada en el uso de esta descripción de una ruta de montaña

TOUR ALREDEDOR DEL NEOUVIELLE CON ASCENSIÓN AL TURÓN

El macizo pirenaico del Neouvielle, cuyo nombre, por cierto, proviene del Occitano y significa “Nieve Vieja”, es uno de los más populares entre nuestros vecinos franceses, quizás debido a sus valores naturales, que le han hecho merecedor de ser protegido bajo las figuras de Parque Nacional, en su parte más occidental y Reserva Natural en la oriental, quizás por sus valores paisajísticos, a los que no son ajenos la cantidad de lagos y altas cumbres que lo conforman, o quizás por ser el macizo pirenaico de mayor altura, en territorio totalmente francés.

Efectivamente,  todos los macizos del Pirineo con cumbres superiores a los 3000 metros de altura, o se encuentran en territorio español, o se encuentran en la cadena fronteriza. Por ello, no es casual que el primer tresmil de la cordillera cuya ascensión se encuentra documentada, fuera una montaña de este macizo; El Turón de Neouvielle.

Atardecer de tormenta

Posiblemente su proximidad y relativa sencillez fue la que llevó un 15 de agosto de 1787,  a los cartógrafos franceses, Henri Reboul y Jean Vidal, junto al guía Simón Guicharnaud a realizar esta ascensión en su búsqueda de las cumbres más altas de la cordillera.

Dicho todo esto, podéis imaginar que los aparcamientos y zonas más accesibles serán un bullir continuo de turistas, senderistas, montañeros y despistados que pasaban por allí. Pero no nos dejemos engañar; el macizo del Neouvielle encierra un terreno de alta montaña, exigente y duro y no debemos despreciarlo.

De hecho, la ruta que se describe en este artículo pasa por valles de difícil acceso donde cualquier imprevisto puede convertirse en un problema serio, altos collados que exigen estar habituados a caminar entre pedreras y pasos que si bien no son difíciles, si pueden ser expuestos en algún momento. Con esto no quiero meter miedo ni desanimar a nadie a visitar la zona, sino invitar a que se midan bien las fuerzas de cada uno y a que no se actúe de forma irreflexiva.

Si planeamos bien la ruta y sabemos con que nos vamos a encontrar, este puede ser uno de los rincones más agrestes y bonitos del Pirineo, y la ruta que aquí se escribe, de cuatro días de duración (el último de ellos muy corto), una buena forma de conocerlo.

Desde España, el mejor acceso posible es por el túnel de Bielsa. Una vez en Francia la carretera nos bajará a la población de Aragnouet y Fabian. Desde esta última, un desvío nos conduce al Lago Cap de Long, donde existe un parking en el que dejar aparcado el coche.

Otra opción es, dejar el coche en el parking del lago Oredón, al que se llega tomando un desvío unos 4 km antes de llegar a Cap de Long. Sin embargo este aparcamiento está regulado y es de pago. La única ventaja de dejar aquí el coche es que podemos hacer la ruta en un día menos, alargando la primera jornada, ya larga de por si, en aproximadamente una hora y media.

Por último, y antes de comenzar con la descripción de la ruta, advertir que todas las indicaciones de dificultad, horario, etc… se refieren a condiciones estivales. La presencia de nieve incrementaría notablemente la dificultad.

Reflejos del Neouvielle en Cap de Long

 

JORNADA 1ª: CAP DE LONG – REFUGIO DE LA GLÈRE

Horario: Alrededor de 8 horas.

Desnivel: Continuas subidas y bajadas que suman un desnivel acumulado positivo de unos 1.200 m de subida y algo más de 1.000 m negativos.

Dificultad: Media. Todo tipo de terrenos; Caminos y senderos bien trazados, pero con algún punto aéreo en el que hay que tener cuidado, pedreras y en definitiva, terreno de alta montaña. Algunas zonas de difícil salida en caso de tener problema.

 

Una vez preparadas las mochilas, dejamos el coche en el aparcamiento para turismos de Cap de Long, junto a varios bares y restaurantes de madera, para continuar por la ancha pista de tierra que recorre el lago por su margen orográfica derecha (izquierda según el sentido de nuestra marcha). Pasamos por un segundo aparcamiento, para autocaravanas, y al poco tiempo llegamos a un derrumbamiento que corta la pista. Avanzamos entre los enormes bloques hasta volver a encontrar la pista, que seguimos hasta su final.

Aparcamiento de Cap de Long

En este punto debemos bajar varios metros siguiendo los hitos, hasta encontrar un sendero, bastante ancho, que continúa recorriendo la orilla del lago.

Como ya nos habremos percatado, el lago está completamente rodeado de altos farallones, por lo que, a los pocos minutos, el sendero comienza a ganar bastante altura, con la finalidad de superar dichos cortados por su parte superior.

Por suerte la subida es bastante cómoda, gracias a los bloques colocados a modo de escalones y a los amplios zig-zag que traza el camino. Continuamos a una altura de unos 150 metros  por encima del agua, siempre por buen camino, aunque tendremos que tener cuidado, sobre todo si la roca está mojada, porque en algún punto un tropezón podría ser fatal.

 Bordeando el lago

El camino nos lleva, ahora en ligero descenso, hasta un rellano con pinos, donde los mojones se bifurcan; los de la izquierda nos llevarían a remontar todo el valle y al pico Campbiel, mientra que los de la derecha, bajan hasta prácticamente la orilla del lago.

Seguimos estos últimos y una vez en el llano, dirigimos nuestros pasos hacia el oeste, hacia la canal de acceso a la Hourquette de Bugarret. La canal, que hemos podido observar durante todo nuestro recorrido, es mucho más llevadera de lo que aparenta ser desde la distancia; una vez superado un tramo inicial de grandes bloques graníticos, un sendero, al principio difuso, pero después más claro, va ganando metros, mediante incontables zig-zag, siempre por el lado izquierdo de la canal, el más herboso, y evitando las zonas de pedrera.

 

En plena canal de acceso a la Hourquette de Bugarret

  Ya queda menos

Finalmente, tras casi 500 metros de ascenso, llegamos al collado, situado exactamente por debajo de espolón que el Turón de Neouvielle lanza hacia el sur.

El descenso se inicia por la derecha del collado, por un senderillo que va pegado a las paredes, y evita las pedreras que invaden la canal.

El descenso es sencillo pero trabajoso. Por suerte la canal no es muy larga, y en un punto determinado se abre y pierde inclinación. Nuestro sendero traza una nueva línea oblicua, ahora hacia la izquierda y cruza la pedrera. El terreno se va haciendo progresivamente más fácil hasta llegar a las orillas de un primer lago, el Lac de bugarret.

Lac de Bugarret

Bordeando el Lac de Bugarret

Una mirada atras: Lago y Hourquette de  Bugarret

Retomamos el sendero, que recorre la orilla izquierda, hasta topar con un segundo lago, el Lac de Couyela det Mey, cuya orilla sur está defendida por una pared rocosa de unos 80 metros de altura, lo que nos obligará a bordearla por arriba. El sendero, a la altura de una pequeña vaguada, comienza a ganar altura para bordear la pared. Hay que tener cuidado en algún punto, dado que el sendero se acerca mucho al borde del precipicio.

Finalmente llegamos a una especie de rellano herboso. El sendero que traíamos continua ganando altura, pero nosotros nos dejamos guiar por unos mojones que señalan la bajada; primero por otra pequeña vaguada herbosa, y luego por terreno incómodo y bastante inclinado.

Lago y Col du Rabiet

Finalmente llegamos a la cola del segundo lago, desde el que vemos un tercero, el Lac de Rabiet, cerca del cual se encuentra la cabaña del mismo nombre.

Al fondo, el Lac du Rabiet

No hay que bajar hasta allí, sino todo lo contrario, tomar el sendero que asciende, hacia el noroeste, hasta el Collado de Rabiet y el refugio Packe.

  

Camino hacia el col de Rabiet

Si nos hemos fijado durante el flanquéo del lago, habremos visto que este sendero atraviesa una franja de roca y asciende por laderas rodeadas de imponentes cortados, con un aspecto bastante desagradable… Nada más lejos de la realidad; el camino, a excepción de un paso en el que tenemos que superar un espoloncillo rocoso y para el que quizás tengamos que usar las manos,  tiene un estupendo trazado, de tal forma que nos ayuda a ganar altura poco a poco y de forma bastante cómoda.

Camino del Col du Rabiet

  

Hacia el refugio Packe, con el Pic Long al fondo


Durante toda la subida las vistas serán espectaculares, viendo como el valle de Barrada, en el que se asientan los tres lagos se ve cortado por una estrecha grieta que vierte las aguas directamente sobre el circo de Lis. Aquí es donde nos percatamos de lo solitario de este valle, cuyas únicas vías de acceso exigen cruzar altos collados.

Valle de Barrada

El Refugio Packe se encuentra unos metros por encima del Collado de Rabiet, y merece la pena llegar hasta el; desde su terraza las vistas son espectaculares, sobre todo hacia el Sur, donde el imponente Pic Long, preside toda la corte de montañas.

Refugio Packe

El refugio, del Club Alpino Frances, no es guardado, está en buen estado y tiene una capacidad de ocho plazas en literas. Consta de una mesita, bancos, una estufa, provisión de leña y una emisora de emergencias; es decir todo un lujo en estas alturas.

Desde el refugio, el Lac de Pourtet

Una vez hayamos descansado, debemos retomar la marcha, no bajando hacia el Lac de Pourtet, como parecería natural, sino ascendiendo unos metros hacia el noroeste, hasta alcanzar otro vallecito secundario por el que vamos a descender gracias a un cómodo sendero.

La mole del Pic Long, por detrás de un insignificante refugio Packe

El camino traza numerosas zetas, hasta alcanzar el fondo del valle principal, donde hay una pequeña represa y restos de edificaciones de las que tan solo quedan los cimientos.

Bajamos... Para volver a subir.

Cruzamos el riachuelo y llegamos a un cruce. El ramal de la izquierda continúa valle abajo, sin embargo nosotros debemos seguir el de la derecha, que asciende hasta trasponer la loma que baja del Pic Prudent y del Campanal de Larrens.

Para llegar al refugio de la Glère, situado junto a unos picos bastante espectaculares y sobre el lago del mismo nombre, solo nos queda descender por la loma.

Si bien el sendero es muy amplio, tardaremos más de lo que imaginamos porque hay que ir esquivando, por uno u otro lado, los numerosos resaltes graníticos que nos separan del refugio.

El refugio de la Glere, más lejos de lo que parece

La Glère, el refugio donde pasaremos esta y la siguiente noche, es guardado, tiene todos los servicios típicos de estas instalaciones y fue remodelado en el año 2007, por lo que se encuentra bastante nuevo.

El Campanal de Larrens emerge entre la tormenta


JORNADA 2ª: REFUGIO DE LA GLÈRE – TURON DE NEOUVIELLE – REFUGIO DE LA GLÈRE

Horario: Alrededor de 7 horas.

Desnivel: Unos 900 metros aproximadamente, tanto de subida como de bajada.

Dificultad: Media-Alta. Progresión incómoda por grandes bloques de roca y algún destrepe fácil, pero expuesto.

 

El Turón de Neouvielle es uno de los tresmiles catalogados como “fáciles”. Eso no significa que carezca de dificultad… Ningún tresmil, sale “gratis”, y el Turón, pese a todo, nos va a exigir esfuerzo y concentración.

Desde el refugio de la Glere, todo el grupo de cumbres del Neouvielle

Salimos del refugio de la Glère siguiendo nuestros pasos del día anterior, hasta llegar a un desvío. El camino que desciende a la derecha, ya conocido por nosotros, nos llevaría en dirección al refugio Packe. Seguimos el sendero que continúa loma arriba, bien por el atajo que a plena loma gana altura rápidamente, o bien aprovechando unas zetas bien trazadas que nos hacen más cómodo el caminar.

En cualquier caso, en unos 20 minutos aproximadamente entraremos en la cuenca de los lagos del Neouvielle. El paisaje es espectacular e invita al descanso… Lástima que la actividad del día no nos lo permita. Pasamos sucesivamente, bordeandolos por la derecha (izquierda orográfica) por el Lac det Mail, el Lac de la Manche, el Estelat inferior y el Estelat superior.

Lac det Mail

En este punto comienzan las dificultades de la ruta. Por detrás del lago se abre un estrecho barranco, por el que se accede al vallecito secundario de la Coume Estrète, una autentica nevera, sombría y que guarda neveros hasta bien entrado el verano.

  

Entrada a la Coume Estrete

Al poco de introducirnos en el barranco, una cascada nos cierra el paso; podemos superarla, bien por la izquierda, donde podemos encontrar nieve, o por la derecha, superando un muro de roca,  gracias a las terrazas y grietas que lo fracturan.

  

Paso de trepada al comienzo de la Coume Estrete

A partir de aquí entramos en un terreno de grandes bloques de roca, que nos obligarán a un continuo subir y bajar, haciendo la marcha bastante penosa.

En algunos casos podremos aprovechar los neveros para facilitar el avance, pero siempre buscando el mejor camino en función del estado del terreno.

  

Vamos dejando atrás el tramo más incómodo de la Coume

Finalmente nos situamos bajo una inclinada pero corta canal de tierra suelta, que nos deposita en el Collado de la Coume Estretè. En este punto se habrán acabado las mayores dificultades de la subida.

Ascendemos en principio siguiendo la ancha cresta, hasta que esta se convierte en una loma de grandes rocas sueltas con algunos tramos de sendero. Pasada una primera cota de 2.911 m la pendiente se suaviza bastante y ya tenemos a la vista la amplia cumbre del Turón. Un último esfuerzo y habremos llegado arriba.

 

Tramo más inclinado de la subida final al pico

Las vistas desde aquí son espectaculares; desde la cercana cresta de los Tres consejeros y la mole del Pico de Nouvielle, que se eleva al este, hasta los más lejanos picos que se elevan más al sur del Pic Long; el macizo del Monte Perdido / Marboré, destacando la visible Brecha de Rolando, el Casco, Punta Bazillac, el Taillón y los Gabietos.

De derecha a izquierda, Gabieto, Taillon, Punta Bazillac, Brecha de Rolando, Casco de Marboré y Marboré.

Aún más al oeste podemos llegar a ver el Vignemale y su llamativo glaciar, único del Pirineo que aún guarda la apariencia de tal, y por último, al norte, la mole, coronada de antenas del Midi de Bigorre y su observatorio astronómico.

  

El Pic Long

Otra vez, Pic Long y Lac Tourrat

En la cumbre del Turón

Vistas al sur desde la cumbre

En la cumbre

Arista de los Tres Consejeros y Pic Nouvielle

También merece la pena asomarse al precipio que se abre a nuestros pies para observar, a vista de pájaro el Lago Cap de Long, punto de partida de nuestra travesía.

Lac Cap de Long desde la cumbre del Turón

El descenso del pico podemos hacerlo, bien retrocediendo por el mismo camino que a la subida, o bien por la ruta del Glaciar de Maniportet. Esta última, si bien evita los desagradables bloques de la Coume Estretè, tiene un paso de destrepe expuesto y exigirá mayores esfuerzos de orientación.

Si aún así decidimos bajar  por la ruta de Maniportet, tendremos que tomar las trazas de sendero que se dirigen hacia el noroeste, hacia un amplio rellano sobre el hombro norte del Pico. Pronto veremos a nuestra derecha lo que queda del moribundo glaciar de Maniportet, de gran inclinación.

El rellano al que debemos llegar está rodeado por paredes en todos sus flancos, lo que nos obligará a descender por una especie de chimenea, sencilla pero muy inclinada, con vistas al glaciar. Hay que extremar las precauciones, porque un mal paso sería aquí fatal.

Finalizada la chimenea, realizamos una travesía entre bloques a la izquierda, y continuamos el descenso destrepando con cuidado, hasta la morrena glaciar que nos espera más abajo.

Bajando de la cumbre

El paisaje es desolador, sin apenas vida vegetal. A la izquierda de la morrena, por la que debemos avanzar, ya por sendero, vemos el Lac Bleu en el fondo de una inhóspita hoya.

El Lac Bleu

Seguimos por la morrena, mientras vamos dejando atrás y a nuestra espalda la mole del Neouvielle y la marcada brecha que lo separa de los Tres Consejeros. buscamos el mejor paso dejándonos guiar por los mojones, que finalmente nos llevarán hasta una zona herbosa, a la orilla del primero de los Lacs Verts.

Lacs Verts

Una mirada atrás, a la izquierda Los Tres Consejeros, a la derecha, el Turón, y entre ambos, la morrena de bajada.

Desde aquí debemos buscar el mejor paso entre este lago y el inferior, pero con tendencia siempre a dejar este último a la derecha, ya que desagua a través de una cascada que se desploma  por una pared de unos 150 metros.

La bajada a partir de aquí es una sucesión de terrazas herbosas, pequeños destrepes sobre roca y canales sin complicación pero que nos llevarán un tiempo para encontrar el mejor descenso, hasta llegar cerca del rellano al pié de la pared de la que hemos hablado.

A  partir de aquí el descenso se suaviza, aunque aún requerirá que prestemos atención para buscar el camino más cómodo hasta llegar al lecho del arroyo. Un sendero nos lleva hasta una especie de represa, por encima del Lac de la Mourele, de donde sale una conducción de agua bajo cubierto y un sendero, que hacia la izquierda, nos llevará a las cercanías del  Lac det Mail.

De regreso al Lac det Mail

Bordeamos este lago, por su orilla norte hasta que por fin nos crucemos con el sendero principal de los Lagos de Neouvielle, por el que subimos al comienzo de la jornada.

Bajando siguiendo los pequeños lagos

  

De regreso al refugio

Desde este punto solo nos resta desandar el camino hasta llegar al refugio.

 

 JORNADA 3ª: REFUGIO DE LA GLÈRE – REFUGIO OREDON

Horario: Alrededor de 7 horas.

Desnivel: Algo menos de 700 m de subida acumulada y casi 900 m de bajada

Dificultad: Facil. La segunda parte de la etapa, desde la subida al Collado de Aubert, es toda ella por senderos cómodos y muy frecuentados. La primera parte es más solitaria y menos trillada, pero tampoco entraña ninguna dificultad.

 

Salimos del Refugio de la Glère por el camino que desciende en dirección al lago, bordeándolo por el sur, a fin de evitar el paso por una placa incómoda que existe en su orilla norte.

Llegamos a los prados que ocupan la cola del lago y comenzamos a ascender por un senderito, por la loma que hay a la derecha del riachuelo que alimenta al lago. Pronto nos introducimos en un valle repleto de pequeñas charcas, laguitos y zonas de empradizado.

Bordeamos el lago de Mounicot y nos introducimos en el barranco por el que desciende el riachuelo. Nada más sobrepasar el barranco vemos un nuevo lago, el de la Mourele, enclavado en un pequeño y encantador circo.

Cruzamos fácilmente el desagüe del lago y trasponemos un pequeño cerro situado justo al este del mismo. Continuamos siguiendo el sendero, que comienza a ascender por un nuevo valle secundario hasta tener a la vista la Hourquette de Mounicot, nuestro objetivo. La última parte de la ascensión es la más inclinada, pero en todo momento caminamos por sendero, lo que facilita la subida.

Finalmente llegamos a la horcada, desde donde vemos un nuevo valle, muy abierto y cubierto en su fondo por un inmenso canchal. Frente a nosotros, al otro lado del valle, se observa la subida a la Hourquette de Oubert, que tendremos que afrontar más adelante.

Comenzamos a bajar del Collado, por un sendero muy inclinado, hasta llegar a un rellano herboso. Aunque podría parecer que tenemos que descender directamente hacia el norte, hacia el Lac Estagnol que vemos más abajo, nada más lejos de la realidad, porque hacia esta vertiente varias paredes rocosas nos impiden el paso. En su lugar debemos descender hacia el este, siguiendo el sendero y los mojones colocados al efecto.

Lac Estagnol, y al fondo el Midi de Bigorre

Bajamos sin problemas y vamos siguiendo el paso más cómodo entre las antiguas morrenas, normalmente por sendero, aunque llegará un momento en el que no queda más remedio que introducirnos en el canchal y avanzar trabajosamente entre los bloques, ahora en dirección noroeste. Finalmente nuestro camino se une al principal en las cercanías de un árbol solitario, cuya sombra agradeceremos en caso de tener un día caluroso. Por debajo de nosotros podemos disfrutar de las vistas del Lac Estagnol, el Lac Nère, y algo más lejos, represado, el Lac dets Coubous.

Lac Estagnol y Lac Nere

Emprendemos una nueva subida, esta vez por un camino ancho y transitado, que tras varias lazadas y menos de 200 m de desnivel, nos deposita en la Hourquette D`Aubert.

Llegando a la Hourquette D`Aubert

Un nuevo panorama nos espera; bajo nosotros el Lac D`Aubert, el Lac D`Aumar y Les Laquettes, verdadero corazón de la Reserva Natural del Neouvielle. Al norte, el omnipresente Midi de Bigorre, y mucho más cerca, hacia el suroeste, el cogollo de cumbres que conforman el corazón del macizo; La Cresta de la Espada, el Pic de Neouvielle, y la Punta Ramougn.

A la izquierda, Punta Ramougn, a la derecha Pic de Neouvielle

 

En el Collado de Oubert

En el Collado de Oubert

Lagos Aubert y Aumar

Iniciamos el largo y definitivo descenso del día. El camino, tras una primera curva, inicia un flanqueo hacia la izquierda, para ir a ganar, tras una zona más rocosa, la loma que separa los lagos de Aumar y de Aubert.

Rodeando el macizo

Lac Aumar

Una parada en el descenso, para posar frente a los lagos

Pasamos muy cerca de los prados que rodean al primero de los lagos.

Lac Aumar

A partir de aquí y hasta el fin de la etapa, prácticamente todos los sitios que vamos a visitar invitan al descanso y al baño.

Cerca del parking de los lagos

El camino, cada vez más transitado, nos lleva hasta el parking y el final de la carretera regulada que da acceso a los lagos. Allí encontramos una fuente, servicios, zona de acampada y un refugio cerrado en verano.

Se ve el camino que baja desde la Hourquette de Oubert

Desde los edificios, y pasando junto a una mesa de localización de las cumbres, nos dirigimos hasta la presa que cierra el lago Aubert.

No hay que cruzar la presa, sino seguir el sendero que sale justo a su lado y que pronto comienza a descender hacia el primero de los Laquettes.

les Laquettes

les Laquettes

les Laquettes

El sendero lo recorre por su orilla izquierda, hasta encontrar un segundo lago, más pequeño y con más vegetación en sus orillas.

les Laquettes

Poco después del tercer lago, el camino se encuentra con la carretera que también baja al lago Oredón. Sin embargo, nosotros continuamos con nuestro camino, que vuelve a introducirse en el bosque y nos conduce, metro a metro, por un espeso bosque amenizado por varias cascadas y por el ruido del cercano arroyo que cae de los lagos.

les Laquettes

El lago Oredon se hace de rogar, y apenas se ve por lo espeso del bosque, pero pronto iniciamos un descenso más pronunciado, aunque siempre cómodo, hasta casi llegar a su orilla. El camino gira a la izquierda para bordear esta parte del lago y llega a las praderas donde está el área de esparcimiento y el parking.

Lago Oredon

Lago Oredon

Lago Oredon

Al otro lado del parking sale un sendero señalizado que, tras subir varias decenas de metros, nos conduce al Chalet-Refugio de Oredon, final de la etapa de hoy y donde encontraremos todos los servicios de un refugio guardado… Y un estupendo restaurante bastante frecuentado.

 

JORNADA 4ª: REFUGIO DE OREDÓN – LAC CAP DE LONG

Horario: Hora y media aproximadamente.

Desnivel: Algo más de 300 m de subida. Algunas decenas de metros de bajada.

Dificultad: Muy baja. Todo el recorrido es por camino carretero, salvo los últimos metros que se hacen por asfalto.

 

Abandonamos el refugio por un camino que baja desde su mismo aparcamiento y que en varias lazadas nos lleva a la carretera de acceso al parking de Oredón. Cogemos la carretera a mano izquierda, atravesamos la presa del lago y continuamos hasta una primera curva muy cerrada.

En este punto abandonamos la carretera por un camino muy ancho que va recorriendo la orilla sur del lago, siempre entre bosque.

Llegamos a una bifurcación, eligiendo el ramal que va más arriba, a la izquierda y que nos lleva junto a una edificación medio oculta tras una roca y con una placa conmemorativa.

Pocos minutos después llegamos a unos prados, pasados los cuales el camino comienza a hacer zig-zag, ganando altura poco a poco por el fondo del valle,  hasta encaramarse en la loma de la derecha, donde comenzamos a ver restos de edificaciones y dos edificios aparentemente todavía en uso.

Lago Oredon

Lago Oredon

A todo lo largo del camino vemos carteles indicando la existencia de peligro por subidas repentinas del cauce de los cursos de agua, por encontrarnos en una zona de aprovechamiento hidroeléctrico.

Varios metros por debajo de los mencionados edificios el camino, ya convertido en pista de tierra, gira hacia la izquierda y traza una diagonal hasta encontrarse con la carretera, justo en la primera de las cerradas curvas que permiten el acceso en coche a Cap de Long.

Neouvielle y Ramougn desde Cap de Long

Desde aquí solo falta recorrer un último tramo de carretera para llegar al Parking de Cap de Long  y recuperar el coche, dando por finalizada la travesía.

Tres Consejeros, Neouvielle y Ramougn desde Cap de Long

 

Texto: Hermano Mero.

Fotos: JM y Hermano Mero

Croquis y track (wikiloc)

 

Nota importante: La descripción de esta ruta procura dar la información lo más precisa posible, pero siempre basada en la experiencia del autor, por lo que sus apreciaciones pueden ser subjetivas. Esta descripción y los croquis que contiene no pueden sustituir a un mapa de la zona. Es recomendable buscar otras fuentes de información, como libros y guías de montaña especializados, para hacernos una idea lo más aproximada posible de la ruta y decidir si está dentro de nuestras posibilidades o no. Es imprescindible tener la experiencia, el conocimiento, la formación y el material adecuado para realizar esta actividad. Valora tu forma física y tus conocimientos sobre como moverse en montaña, informate sobre la climatología y actúa con prudencia, no excediendo tus capacidades. Aún así el montañismo es una actividad que conlleva un riesgo intrínseco, por lo que, si decides realizar esta ruta, ten en cuenta que cada uno es responsable de las elecciones que toma, de si mismo y de su seguridad. Es exclusiva responsabilidad de quien pudiese utilizar esta información los posibles percances que pudiera sufrir como consecuencia del desarrollo de una actividad basada en el uso de esta descripción de una ruta de montaña.

FRENTE A FRENTE (BUNBURY)

FRENTE A FRENTE (BUNBURY)

Queda, que poco queda,
de nuestro amor apenas queda nada.
Apenas ni palabras
quedan...

Queda solo el silencio que hace
estallar la noche fría y larga,
la noche que no acaba.
Solo eso queda...

Solo quedan las ganas de llorar
al ver que nuestro amor se aleja.
Frente a frente bajamos la mirada,
pues ya no queda nada de que hablar.
Nada...

Solo quedan las ganas de llorar
al ver que nuestro amor se aleja.
Frente a frente bajamos la mirada,
pues ya no queda nada de que hablar.
Nada...

Queda poca ternura y alguna vez, haciendo
una locura, un beso y a la fuerza
Queda...

Queda un gesto amable para no hacer la vida
insoportable y así ahogar las penas.
Solo eso queda...

Solo quedan las ganas de llorar
al ver que nuestro amor se aleja.
Frente a frente bajamos la mirada,
pues ya no queda nada de que hablar.
Nada...

Solo quedan las ganas de llorar
al ver que nuestro amor se aleja.
Frente a frente bajamos la mirada,
pues ya no queda nada de que hablar.
Nada...

SIERRA DEL QUINTANAR CON RAQUETAS DE NIEVE

Hay días especiales en la montaña. Como ya escribí hace un tiempo en otro post, hay días en los que te sientes “un campeón en la intimidad”, en los que sobran todas las medallas, salvo el viento frío en la cara, el jadeo del esfuerzo realizado y la luz limpia de la cumbre.

Los que creen en un dios, sea el que sea, supongo que dirán que son esos días en los que sienten su presencia. Otros sentirán que en ese momento forman parte de la naturaleza que les rodea. Yo no se explicar que es lo que encuentro en esos días. Pero tampoco me hace falta. Me basta con la emoción de estar donde estoy…. Porque esos días la recompensa al cansancio es una inmensa felicidad.

Cuando hice la ruta que hoy reseño todo se confabulaba para que fuese uno de esos días: Era un viernes, por lo que como auténticos privilegiados pudimos disfrutar de la montaña en soledad, lo que nos permitió incluso tropezarnos con un grupo de corzos. La sierra se mostraba espléndida, cubierta de blanco por las recientes nevadas, la compañía (JM, “amigo mío”) era la mejor de las posibles, y encima la cumbre elegida era el último de los dosmiles principales del Guadarrama que me faltaba por ascender.

¿Y que significa que fuera el último dos mil?... Pues absolutamente nada, salvo que es la prueba que por muchos años que pasen siempre quedarán rincones y caminos por descubrir en esta sierra, “vieja amiga”.

El objeto de la excursión no lo teníamos muy definido, tan solo sabíamos que tenía que ser por la zona de San Rafael y el Valle del Río Moros. Pero cuando llegamos allí la cosa estuvo clara:

La Sierra de Quintanar, con sus 2.004 m de altura, su relieve alomado y sus laderas descarnadas y privadas en gran parte de la cubierta boscosa que protegen al resto de cumbres de la zona puede considerarse algo así como “la pariente pobre” de su vecina, la Sierra de la Mujer Muerta, y raramente es visitada si no es aprovechando que se ha recorrido este último grupo de cumbres, y ni aún así, porque bastante dura es esa ruta de por sí como para hacer esfuerzos extra.

Sin embargo, esta vez, la normalmente poco atractiva cumbre estaba cubierta de un manto blanco desde bastante abajo, otorgándola la dimensión que realmente tiene y se merece: Ese era el día para disfrutar de ella.

 

Horario: Unas 8 horas, en condiciones invernales, con nieve a partir de los 1.400 m aproximadamente. Equipados con raquetas de nieve. La duración puede variar mucho dependiendo de cuanta nieve y en que condiciones esté.

Desnivel: Unos 800  metros de subida y bajada.

Dificultad: Prácticamente toda la ruta transcurre por pistas, cortafuegos o caminos anchos, por lo que la orientación es sencilla, incluso con nieve. La ruta es dura, recorriendo una distancia de casi 25 km. Como siempre, ojo en invierno, si las condiciones lo requieren, hay que llevar (y saber usar) material invernal.

 

La ruta discurre íntegramente por la vertiente segoviana de la Sierra de Guadarrama, y más concretamente por el Valle del Río Moros, al que se accede por carretera desde la población de San Rafael, y después de atravesar el núcleo de La Estación del Espinar.

Abandonamos el coche en el aparcamiento de La Panera y comenzamos a caminar por la carretera hacia el fondo del valle. En seguida cruzamos el Río Moros por un puente y continuamos la marcha, aún por asfalto, hacía la derecha. A los pocos metros encontramos una barrera que impide el acceso a los vehículos no autorizados. Nada más cruzar esta barrera encontraremos las señales blancas y rojas del sendero GR-88, de la Cañada Real Leonesa, y que no abandonaremos hasta el Puerto de Pasapan.

Las señales nos indican que abandonemos la pista por un estrecho sendero que sube por el terraplen de la izquierda y que durante unos metros parece retroceder hacia el oeste. Sin embargo pronto llegamos a lo que parce un ancho carril de saca de pinos, por el que debemos subir.

En principio la inclinación es muy fuerte, y el terreno, de piedra suelta, incómodo, pero poco a poco la subida se va suavizando, a la vez que el carril se va convirtiendo en un cortafuegos, que recorre la parte alta de la loma, hasta que llegar a un amplio collado.

Continuamos la ascensión por la interminable loma, en dirección norte y noreste, hasta llegar al Alto del Casetón, donde disfrutaremos de unas espectaculares vistas de todo el Valle y de las cumbres que lo rodéan, las Cumbres cercanas al Collado de la Sevillana, Peñota, Peña del Aguila, Peña Bercial, Montón de Trigo, Mujer Muerta, y justo al norte, sobre nosotros, el objetivo del día, La Sierra del Quintanar. Hasta aquí habremos tardado unas dos horas y media.

En el Alto del Casetón.

Abandonamos en dirección norte la llanada donde nos encontramos. Tras subir unos pocos metros, la pista, cuyo trazado coincidía hasta ahora con el del cortafuegos, gira a la derecha y abandona este, iniciando un largo flanqueo en dirección este, bajo las laderas del Puerto de Pasapán.

Al fondo, Peñota y Peña del Aguila.

A lo lejos, las cumbres de la Sierra de Malagón

Tras unos dos Km de flanqueo llegamos a una cerrada curva, de donde sale otro camino, más estrecho que el que nosotros llevamos. Por el momento ignoramos este camino, y continuamos por nuestra pista, haciendo la mencionada curva, para encarar la última rampa antes de llegar al puerto.

Llegando al Puerto de Pasapán

Finalmente, tras una hora aproximadamente desde el Alto del Casetón, llegamos al Puerto de Pasapán. La pista forestal y el GR bajan a partir de aquí hacia la llanura segoviana, que se extiende antes nuestros ojos. Nosotros en cambio nos entretenemos en observar las nevadas laderas norte de las cumbres de la mujer muerta; El Pico Pasapán y la Peña del Oso. La tercera de las cumbres, la Pinareja queda oculta a nuestra vista.

En el Puerto de Pasapán. Mujer Muerta al fondo.

Por cierto, que por la Cordillera Cantabrica y Picos de Europa, el topónimo “pan”, o “pando”, quiere decir, paso, puerto o collado, por lo que me pregunto si el nombre del lugar donde nos encontramos no tendrá el mismo origen; por lo que “Pasapan” vendría a significar algo así como “pasa el puerto”, o “pasa el collado”.

Continuamos nuestra ruta por una pista que asciende por la ladera sur del Quintanar. A los 500 m aproximadamente desde el puerto, la pista hace una cerrada curva y se dirige al noroeste, hasta cruzar un muro de piedra por una portilla al efecto.

Hacia la cumbre. Al fondo la Peñota.

En este punto abandonamos la pista y subimos por la ladera, buscando el camino más cómodo pero manteniéndonos cerca del muro de piedra, que nos llevará a una caseta medio en ruinas situada en la cumbre. Esta cumbre, de 1.998 m, es la segunda en altura de la Sierra del Quintanar. La cumbre principal, inmediatamente al Oeste, es nuestra meta.

Llegando a la cumbre secundaria.

Por tanto, reemprendemos la marcha perdiendo altura y buscando el terreno más cómodo, siempre sin perder de vista el muro de piedra, y en dirección al cercano collado que separa ambas cumbres. Una vez en el, iniciamos nuestra última y corta subida, hasta alcanzar la cumbre. Habremos tardado algo más de una hora desde el puerto.

Desde la cumbre secundaria, hacia la principal.

Ningún vértice geodésico, ni mojón, ni nada, salvo el hecho evidente de que estamos en el punto más alto, identifica esta cumbre, que en el mapa del IGN se llama “Majada Pielera”. Justo en la cumbre se unen varios muretes de piedra, y ante nosotros tendremos unas estupendas vistas hacia la llanura segoviana, la Mujer Muerta (incluida, esta vez sí, la Pinareja), y todas las más altas cumbres del Guadarrama, incluidas Peñalara, Cabezas de Hierro, o la Maliciosa. Tampoco nos costará demasiado distinguir, en dirección contraria, las cumbres de Gredos Oriental y la Sierra de la Paramera, el Zapatero y la Serrota.

En la cumbre. Al fondo Mujer Muerta.

¡¡¡ Cumbre !!!

En la cumbre. Al fondo se adivina

Pinos cerca de la cumbre.

Una vez hayamos disfrutado de la cumbre, emprendemos el regreso, volviendo sobre nuestros pasos. No hace falta que subamos hasta la caseta en ruinas, porque si estamos atentos veremos que una pista medio perdida baja desde la misma y a menor altura rodea el cerro por su cara norte. En realidad se trata de la pista que abandonamos durante la subida a la altura de una portilla. La recorremos hasta la mencionada portilla, y continuamos por terreno ya conocido hasta el puerto de Pasapán. Seguimos el descenso por la pista que hasta la curva cerrada que nos encontramos durante la subida y de la que salía otro camino. Desde la cumbre habremos tardado aproximadamente otra hora.

Iniciamos el regreso. El Guadarrama al fondo.

De regreso. Peña del Aguila y la Peñota.

En este punto, abandonamos el itinerario que usamos al subir, para tomar este camino, algo más estrecho y que flanquea el Pico Pasapán por su ladera sur, hasta alcanzar una loma que dicha cumbre lanza hacia el sur. En este punto el camino traza una curva a la izquierda, para ajustarse a la curva de nivel. Aquí abandonamos el camino hacía abajo, por lo alto de la loma, siguiendo un cortafuegos.

La bajada se suaviza en un rellano, llamado en el mapa del IGN Cerro Pajoso, y que al estar situado justo en el centro del Valle, tiene unas vistas estupendas. En este punto la loma que traíamos se divide en dos; un ramal, mucho más claro y marcado se dirige al suroeste, mientras que otro, menos claro, lo desciende hacia el sureste. Es por este segundo por el que tenemos que seguir.

Parte alta del Valle del Rio Moros desde el Cerro Pajoso.

La Mujer Muerta desde el Cerro Pajoso.

Este punto es el más confuso, en lo que a orientación se refiere, de toda la ruta, dado que si estamos haciendo la ruta con nieve no veremos ningún camino ni cortafuegos que nos sirva de referencia. En cualquier caso, solo tenemos que mantenernos sobre la parte más elevada de la loma, cubierta totalmente de pinar, hasta alcanzar una pista forestal, justo donde esta traza una suave curva. Cruzamos la pista y continuamos descendiendo por la parte alta de la loma. Poco a poco, se hará más evidente la existencia de un camino poco marcado, hasta que lleguemos a las cercanías de un pequeño refugio abandonado, el de las Tabladillas. Un poco más abajo se encuentra la pista principal del valle, que viene del embalse del mismo nombre. Hasta este punto habrá pasado algo menos de una hora.

Tan solo nos resta recorrer esta pista hacia el oeste, durante algo más de una hora y unos 5,5 km. Durante este recorrido pasaremos junto a los refugios del Raso, El Guijo y Puente Negro. Finalmente llegaremos a la portilla metálica que cruzamos al inicio de la excursión, al desvío que lleva a aparcamiento de la Panera y finalmente a este, donde nos espera nuestro coche, dando por finalizada la excursión.

 

Texto y fotos: Hermano Mero

Croquis y track (wikiloc)

 

Nota importante: La descripción de esta ruta procura dar la información lo más precisa posible, pero siempre basada en la experiencia del autor, por lo que sus apreciaciones pueden ser subjetivas. Esta descripción y los croquis que contiene no pueden sustituir a un mapa de la zona. Es recomendable buscar otras fuentes de información, como libros y guías de montaña especializados, para hacernos una idea lo más aproximada posible de la ruta y decidir si está dentro de nuestras posibilidades o no. Es imprescindible tener la experiencia, el conocimiento, la formación y el material adecuado para realizar esta actividad. Valora tu forma física y tus conocimientos sobre como moverse en montaña, informate sobre la climatología y actúa con prudencia, no excediendo tus capacidades. Aún así el montañismo es una actividad que conlleva un riesgo intrínseco, por lo que, si decides realizar esta ruta, ten en cuenta que cada uno es responsable de las elecciones que toma, de si mismo y de su seguridad. Es exclusiva responsabilidad de quien pudiese utilizar esta información los posibles percances que pudiera sufrir como consecuencia del desarrollo de una actividad basada en el uso de esta descripción de una ruta de montaña.

EU SOU MESMO O PRÓPRIO FADO

EU SOU MESMO O PRÓPRIO FADO

Porque a veces no hacen falta razones...

RECUSA (Mariza)

 

Si ser fadista es ser luna

y perder el sol de vista,

si es ser estatua que insinúa

entonces, yo no soy fadista.



Si ser fadista es ser triste,

y ser lágrima esperada.

Si por dolor el fado existe,

entonces, yo no soy fadista.



Si ser fadista es en el fondo

una palabra cambiante,

rozando las bocas del mundo,

entonces, yo no soy fadista.



Pero si es partir a la conquista

de tanto verso ignorado,

entonces yo no soy fadista,

yo soy el mismo fado.

 

PICO SAN MILLAN POR EL VALLE DEL RIO URBIÓN

PICO SAN MILLAN POR EL VALLE DEL RIO URBIÓN

Horario: Unas 6 y media sin contar paradas; 3 y media para la subida y 3 para la bajada.

Desnivel: Unos 1.090 metros de subida y bajada.

Dificultad: En la parte inicial de la ruta nos encontramos con caminos y senderos faciles de seguir, aunque poco señalizados y que en ciertos puntos nos exigirán ir atentos. Hay que vadear algunos cursos de agua, lo que en época de deshielo puede entrañar dificultad. Una vez superado el bosque nos encontramos con terreno de alta montaña. Con nieve o hielo habrá que ser muy prudentes, llevar el material adecuado y saber usarlo.

El Pico San Millán (2.131 m), la cumbre más elevada de la provincia de Burgos, está situada en la Sierra de la Demanda, en el extremo Noroeste del Sistema Ibérico.

 Es una montaña de contrastes; por su vertiente sur su cumbre se prolonga en amplias y redondeadas lomas, sin embargo, su ascensión por la vertiente norte es completamente distinta, sorprendente y muy variada, comenzando por un espectacular valle, el del río Urbión, cubierto de un hayedo que gracias a su orientación nada tiene que envidiar a otros hayedos con más renombre de la Cordillera Cantábrica o Pirineos, y en el que el protagonista va a ser el verde del musgo y el agua, omnipresente en toda la ruta.

 Hayedo en el Rio Urbión

 Pero no acaban aquí las sorpresas porque el San Millán es una montaña a tomar en serio, modelada por el hielo y bajo cuya cumbre se abre un circo glaciar que permite trazar varias rutas de diversa dificultad, pero que, sea cual sea la elegida, en presencia de nieve o hielo, nos obligará a extremar las precauciones.

 El agua y las hayas, protagonistas.

 Para comenzar la ruta propuesta hay que llegar hasta el bonito pueblo Burgales de Santa Cruz del Valle Urbion, que conserva estupendamente su arquitectura tradicional a base de piedra y adobe. Desde allí, aún con el coche, debemos tomar la pista de tierra que se interna en el valle que da nombre al pueblo. La pista no tiene desperdicio, rodeada como está por prados que nos permiten ver la montaña que es nuestro objetivo del día y por un bien conservado bosque de ribera, que a veces se entremezcla con pinos de repoblación.

 Llegamos al refugio Zarcias (1.043 m), donde podemos dejar el coche en una explanada y comenzar a caminar continuando por la pista forestal por la que veníamos, que inmediatamente cruza un puente sobre el río Urbion. Pasamos al lado de una zona habilitada con merenderos y continuamos siguiendo siempre por la orilla orográfica izquierda del río (derecha según sentido de la marcha), despreciando un desvío que surge a mano derecha y que, de seguirlo, nos haría tomar mayor altura.

 En seguida llegamos al paraje de Tres Aguas, donde al río Urbión se le unen los arroyos Andurla y Abanza, el cual cruzamos por un pequeño puente de madera. Poco más adelante volvemos a encontrar un nuevo puente, esta vez para cruzar el Urbión. Seguimos el curso del río, por la orilla contraria a la que traíamos hasta ahora. El camino gana algunos metros de altura sobre el cauce y nos permite ver las bonitas praderas y el bosque de ribera que lo rodéa.

 Tres aguas

De nuevo cambiamos de ribera por otro puente y continuamos nuestro camino en dirección sur, hasta llegar a la choza de la Guarra. Si hasta llegar a este punto las Hayas se iban volviendo poco a poco más abundantes, a partir de aquí lo dominan todo.

 Choza de la guarra

 Remontando el Urbión

 El camino, a veces muy ancho y marcado y otras desaparecido por la acción del río, continúa junto al cauce, obligándonos alguna que otra vez y según la época del año y como esté de crecido el Urbión, a saltar de piedra en piedra para no mojarnos.

 Recorriendo el rio

 Alfombra de hojas

 En cierto momento el camino que traemos cruza el río, esta vez sin ayuda de ningún puente, por lo que tenemos que hacer un vadeo. Debemos ir atentos, pues es fácil confundirnos y en lugar de cruzar, seguir algún sendero poco marcado por la orilla orográfica izquierda. Si nos sucede esto, debemos procurar cruzar a la orilla derecha (izquierda según el sentido de la marcha), donde nos será mucho más sencillo avanzar.

 Más hayas

 El camino, bastante amplio por esta orilla sigue ganando altura poco a poco, hasta llegar a una curioso chozo de piedra, situado al lado de una pequeña pradera, donde el camino se convierte en sendero.

 Chozo

Poco a poco vamos alejándonos del cauce que momentaneamente queda encajonado por debajo de nosotros. Siempre acompañados por las hayas continuamos por esta orilla, hasta que alcanzamos una pequeña cascada, junto a la cual volvemos a cruzar el Urbión, ahora convertido en simple arroyo y continuamos ascendiendo por un bosque cada vez menos espeso.

 Camino del circo

Entre los árboles cada vez vemos más cerca la evidente cumbre del San Millán. Finalmente salimos al inferior de los escalones que forman su circo glaciar.

 Hacia el circo

 Primer rellano del circo.

Mientras admiramos la cara norte de la montaña, atravesamos el rellano bordeando las pedreras que caen por nuestra derecha, en dirección a una nueva cabaña que se encuentra por detrás de un gurpo de árboles aislados. Por encima de la cabaña cae una chorrera desde lo alto de un muro de roca.

 Bordeamos la chorrera por la derecha, superando un pequeño embudo, corto pero inclinado. A partir de aquí, en presencia de nieve o hielo es probable que tengamos que usar material adecuado (piolet y crampones).

 Segundo rellano, collado y cresta de ascenso alternativo

 Superado el embudo, llegamos a un nuevo rellano, cuyo paso más sencillo se encuentra por la izquierda. En caso de estar nevado, superamos una nueva pala de nieve y llegamos al tercer rellano. A partir de aquí tenemos dos opciones posibles: O bien nos dirigimos a un evidente collado que se sitúa a nuestra izquierda, pasado el cual tendremos que enfrentarnos a una cresta con pasos expuestos, o si queremos alcanzar la cumbre de la manera más sencilla, volvemos a superar una nueva pala de nieve, cuyo punto más débil se encuentra a nuestra derecha.

 Pala de acceso a la laguna

 Si elegimos esta opción, pasado este obstaculo llegamos a la laguna de San Millán (1926 m). En caso de que el paisaje esta cubierto de nieve no veremos la laguna, oculta por el manto blanco, pero como recompensa nos sentiremos sobrecogidos por lo impresionante de este paisaje de alta montaña.

 Laguna de San Millan oculta

 Desde la laguna buscamos un pequeño collado a nuestra derecha. Otra inclinada pala de nieve nos separa de el, pero tras el penúltimo esfuerzo la superamos y nos situamos en el cordal de la sierra. Tan solo nos queda remontar la amplia loma para llegar, ya sin dificultad hasta la cumbre.

 Saliendo al cordal.

 La cumbre, lo dificil ha terminado.

 Pala de Salida a la cuerda

 Un último esfuerzo

Si el día es claro, las vistas son espectaculares desde la cumbre; pudiendo distinguir, al sur Neila, Urbión y la Cebollera. Más lejos, hacia el suroeste, la Sierra de Ayllón, donde se distingue con facilidad el Pico del Lobo y el Tres Provincias, y al norte, la Cordillera Cantabrica, donde con ayuda de unos prismaticos y si el tiempo lo permite, es incluso posible diferenciar las moles del Espigüete y el Curavacas. Mucho más cerca tenemos el Trigaza hacia el norte, y el San Lorenzo hacia el Oeste.

 Cumbre, al fondo el San Lorenzo

 Cumbre. El Trigaza al fondo.

 En la cumbre, el Mencilla al fondo.

 Hasta la cumbre habremos tardado unas 3 horas y media, a las que habrá que sumar, otras tres horas aproximadamente para la vuelta, que realizamos por el mismo camino, y el tiempo necesario para realizar fotos, descansar y comer algo.

 Bajando hacia el circo

 Seguimos bajando

 Haciendo cosas raras...

 Sin mojarnos, de regreso

 ... O quizás mojándonos

 Ya queda menos para el coche

 Objetivo cumplido

 Croquis

Texto: Hermano Mero

Fotos: Hermana Cabra y Hermano Mero.

Croquis: A partir de Imagen de Google Earth

Nota importante: La descripción de esta ruta procura dar la información lo más precisa posible, pero siempre basada en la experiencia del autor, por lo que sus apreciaciones pueden ser subjetivas. Esta descripción y los croquis que contiene no pueden sustituir a un mapa de la zona. Es recomendable buscar otras fuentes de información, como libros y guías de montaña especializados, para hacernos una idea lo más aproximada posible de la ruta y decidir si está dentro de nuestras posibilidades o no. Es imprescindible tener la experiencia, el conocimiento, la formación y el material adecuado para realizar esta actividad. Valora tu forma física y tus conocimientos sobre como moverse en montaña, informate sobre la climatología y actúa con prudencia, no excediendo tus capacidades. Aún así el montañismo es una actividad que conlleva un riesgo intrínseco, por lo que, si decides realizar esta ruta, ten en cuenta que cada uno es responsable de las elecciones que toma, de si mismo y de su seguridad. Es exclusiva responsabilidad de quien pudiese utilizar esta información los posibles percances que pudiera sufrir como consecuencia del desarrollo de una actividad basada en el uso de esta descripción de una ruta de montaña.

EL REY QUE FALTABA A SU PALABRA

EL REY QUE FALTABA A SU PALABRA

Quiero contaros un cuento que os habrán contado mil veces, porque es viejo como la historia de los hombres. En él aparecen héroes que, en ocasiones, actúan como villanos, villanos capaces de sacrificarse por amores prohibidos, amores que se convierten en odios  y víctimas  de esos odios, que a veces, y solo a veces, entierran su dolor y sueñan, y dan a luz nuevas esperanzas. Es un cuento en el que no hay buenos ni malos, y que comienza, hace mucho, mucho tiempo, en las lejanas costas de Asia.

Allí, muy cerca de donde se funden las oscuras aguas del Bósforo con el azul turquesa del Egeo, en la costa de la Troade, el rey Laomedonte gobernaba sobre una rica y prospera ciudad.

Sin embargo, algo preocupaba a Laomedonte hasta tal punto de robarle el sueño y ninguna que sus riquezas era capaz de aliviar ese temor. Los oráculos habían vaticinado que su ciudad sería pasto de las llamas, los templos arrasados hasta sus cimientos, sus hombres pasados a cuchillo, los ancianos asesinados y las mujeres y los niños convertidos en esclavos. Los oráculos decían que nada quedaría de Troya, salvo el recuerdo de su grandeza.

Por esa razón el rey había reunido a sabios y arquitectos de las más lejanas partes del mundo;  desde Sicilia hasta el Ponto, desde Egipto hasta Tracia, pero ninguno había sido capaz de lograr lo que deseaba Laomedonte: Unas murallas tan sólidas que ningún hombre pudiera derribarlas.

Uno tras otro, los distintos proyectos de los mejores constructores de su tiempo eran descartados o se mostraban irrealizables, por lo que la desesperación del rey de Troya iba en aumento… Hasta que finalmente, un día aparecieron en palacio dos viajeros desconocidos por todos, que se ofrecieron a construir unas murallas como el mundo no había conocido antes.

Todos les  tomaron por locos, o por farsantes, sin embargo, Laomedonte pensó que nada tenía que perder. Si los desconocidos terminaban en el plazo convenido las murallas, serían recompensados con la mitad de las riquezas del rey, si no lo conseguían, nada recibirían a cambio y tendrían que irse por donde vinieron.

Las obras comenzaron, y en la mitad del tiempo del estipulado estuvieron acabadas. Los habitantes de Troya se maravillaron, pues aquella obra no parecía al alcance de los hombres, tan altos y gruesos eran los muros que debían proteger la ciudad de su destino.

Sin embargo, el hombre tiene mala memoria para las preocupaciones pasadas, y tan pronto como Laomedonte se sintió a salvo tras los impenetrables muros, olvidó su promesa y comenzó a dar excusas para no pagar su deuda. Cuando las demandas de los desconocidos por recibir lo que en justicia era suyo se hicieron excesivamente molestas, el rey, enfurecido los hizo expulsar de la ciudad, amenazándoles con cortarles la nariz si volvías a aparecer por allí.

En ese momento, Poseidón, dios del mar, y de los caballos, y Apolo, dios del sol, pues no era otros sino ellos ambos desconocidos, se deshicieron de su apariencia mortal y mostrándose en todo su divino esplendor dirigieron su ira contra la ciudad que tan mal los había tratado.

Apolo envió una peste que diezmó a sus habitantes, mientras que Poseidón, con el tridente que Hefesto forjara para él, golpeó enfurecido la tierra. En el mismo instante el suelo tembló y las aguas comenzaron a inundar las tierras de Troya.

Laomedonte observaba desde su palacio como su reino desaparecía bajo las aguas y como los habitantes de la ciudad lloraban y se afanaban buscando refugio en lo más alto de los tejados de sus casas. Entonces pidió clemencia al dios al que poco antes había mentido.

Poseidón le escuchó, pero como condición para que las aguas volvieran a sus límites naturales exigió el sacrificio de Hesíone, la hija mejor de Laomedonte, que debería ser abandonada en la playa para que un monstruo marino la devorara.

 Heracles, Hesíone y el Monstruo marino

El rey lloraba, negándose a aceptar el acuerdo, pero la propia Hesíone, argumentando que entregando su vida salvaría la de su  padre, sus hermanos y la de todos los habitantes de la ciudad, exigió ser entregada al dios, como este había pedido.

Laomedonte aceptó compungido y las aguas descendieron inmediatamente, tas lo cual, la princesa fue atada a una roca y abandonada a la espera de una terrible muerte.

Sin embargo, la suerte o el destino quisieron que pasara por Troya el hombre más valeroso de entre los nacidos de mujer, aquel cuya fuerza era más propia de un dios que de un inmortal: Heracles.

Heracles se ofreció ante el desesperado Laomedonte para salvar a su amada hija, a cambio de los caballos sagrados que el mismísimo Zeus había entregado a Laomedonte a cambio de su hijo Ganímedes.

Laomedonte acepto el trato y Heracles marchó velozmente hacia la playa, donde llegó justo en el momento en el que un terrible monstruo emergía de las aguas dispuesto a devorar a Hesíone.

El héroe se lanzó sobre la bestia, protegido por la gruesa piel del león de Nemea que era fuerte e impenetrable como la mejor de las armaduras. El combate duró horas, pero finalmente, el monstruo murió exhausto, incapaz de vencer a su oponente, que regresó triunfal a la ciudad, acompañado de Hesíone.

Aquella noche todo fueron celebraciones en el Palacio de Troya; un gran banquete se celebró en honor al heroico hijo de Zeus, el vino se diluyó en agua y se escanció entre los asistentes, que pudieron disfrutar de la música y las danzas de los muchachos y muchachas más bellos de Asia.

Pero una vez más el rey faltó a su palabra, y cuando Heracles, en mitad de la fiesta le recordó cual era el precio de su hazaña, ordenó sigilosamente a uno de sus sirvientes que escondiera los caballos en lo más profundo de las montañas, lejos de Troya y que los sustituyera por otros mortales.

Al día siguiente el héroe se presentó antes Laomedonte reclamando el precio estipulado, y el rey le presentó los falsos caballos sagrados, pero el engaño no surtió efecto y Heracles, dándose cuenta del ardid abandonó enfurecido la ciudad jurando venganza.

Laomedonte y su familia vivieron tranquilos durante un año completo, trascurrido el cual Heracles regresó acompañado de Telamón, rey de Salamina, poniendo cerco a la ciudad con un numeroso ejercito.

Las murallas de Troya eran inexpugnables, pero no así sus puertas, por lo que Heracles, armado con un olivo que utilizó a modo de ariete las derribó entrando en la ciudad y provocando una gran matanza. A continuación se dirigió al palacio de Laomedonte, asesinándole, junto a sus hijos.

Hesíone en cambio fue entregada a Telamón como trofeo de guerra, pero ante su belleza el rey de Salamina cayó rendido, tomándola como esposa y ofreciéndola cualquier cosa que estuviera en su mano como regalo de bodas.

La desventurada princesa, con lágrimas en los ojos, se arrojó a los pies de su marido y abrazándole las rodillas le pidió la libertad de su hermano menor, Priamo.

...Y así fue como Príamo, único varón con vida de entre los descendientes de Laomedonte, al serle concedida la libertad,  llegó a convertirse en rey de Troya.

Texto: Hermano Mero

¿QUIEN ES EL CABRÓN QUE SE HA COMIDO MI QUESO?

¿QUIEN ES EL CABRÓN QUE SE HA COMIDO MI QUESO?

Hace unos dias tuve muy mala noche.... Y este es el resultado:

Menudo cuento

Erase una vez que se era, una economía en perfecto equilibrio, en la que la demanda era igual a la oferta y los empresarios, a la vez que buscaban su propio beneficio, de forma indirecta lograban mejorar el nivel de vida de todos.

Y este maravilloso milagro se debía a lo que un señor que se llamaba Adam Smith, llamó “la mano invisible”. Claro, que este señor la había diñado en una época en la que lo más parecido a internet y la globalización eran los trenes a vapor… Vamos, que ha llovido un poco desde entonces. Ha llovido, hemos sufrido pertinaces sequías y hasta nos ha dado tiempo a que cambie el clima, oigan.

Pues bien, este cuento tan de buen rollito, me lo contaron a mi también hace bastantes años, en la universidad. Allí me explicaron que para que este sarao funcionara, necesitaba que cada uno cumpliera su papel como dios manda, es decir:

El empresario a buscar beneficios, para lo que tenía que pedir prestado dinero a los bancos con el que invertir en sus negocios.

Las familias (o lo que es lo mismo, currantes y currantas), con una mano a ahorrar, para poder meter su dinerito en el banco, y prestárselo luego a las empresas, y con la otra mano a consumir, o lo que es igual, a comprar lo que las empresas fabricaban, porque sin demanda no hay negocio que tire pa`lante.

Luego también existía un tercer sector, que era el sector público, pero ese no contaba, porque para mis profes era como el lobo feroz, que se comía a la abuelita y todos los impuestos que recaudase. Es lo que tiene el haber estudiado en una universidad donde el liberalismo económico era casi religión… Y eso que el rector era socialista de carnet de los de toda la vida…. Que cosas, oye.

El caso es que así vivíamos tan felices y contentos disfrutando de un crecimiento de la economía como el que nunca antes habíamos vivido. Todo era algarabía y felicidad, hasta que de repente empezó a oírse una palabra terrible…. “CRISIS”.

De repente, donde antes había derroche, desenfreno, audis A4 y minipisos a cojón y medio, hoy hay parados y miedo, mucho miedo. Tanto que hace un par de semanas un famoso periódico hizo una entrevista sobre el tema al Vicepresidente Económico del país de Nunca Jamás, el nunca suficientemente valorado Don Pedro Solbes, legalizador de las ETT. Transcribo dicha entrevista…

…Bueno, quizás la transcripción no sea literal, pero juro ante lo más sagrao que en esencia, lo que venía a decirse era esto:

Periodista: “Buenas señor Solbes…. Y usted, ¿Qué opina de la economía?
El vice: “Errrrhhhhhggggg…. Pues, así, de pronto, diría que errrhhhhhggggg…. Vamos, que pintan bastos y van a caer andanadas de hostias, así, como que nos las van a dar todas en el mismo lado… ¿Como diría yo?… Nos van a dar la del pulpo, la nuestra y la del vecino”

Periodista: “ pero, pero, pero….. ¿¿¿¿¿ Y la década de crecimiento económico???, ¿Cuándo éramos la envidia cochina de toda Europa?....

El vice: “Buenooooohhhhgggggg…. Digamos que, Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita, ¿sabeusté?

El periodista (que ha estudiado una asignatura cuatrimestral de economía y ha oído que llueve pero no sabe por donde): ¿Y la mano invisible?...¿Que ha pasado con ella?

El vice: “Sin tener datos oficiales y definitivos, pero basándome en la experiencia de los últimos meses, eeehhhhhh… Yo diría que la mano invisible, y concretamente el dedo índice está a punto de hacerle a usted, en estos precisos instantes, una exploración rectal”

El periodista (que a la vez que descubre nuevos placeres antes insospechados, se siente feliz porque al ser becario y salir casi gratis, no se encuentra en la lista de los tres mil despedidos del grupo PRISA): “Bueno, para finalizar la entrevista, querría preguntarle porqué no se han exigido garantías a la banca para que todo el dinero recibido del estado (antes conocido como lobo feroz) fuera repartido en forma de créditos?

El vice: “Si no le importa, a esa pregunta no voy a reponder”.

La tarta de queso

No se a ustedes ni al periodista, pero a mi, todo esto me huele chungo, muy chungo….. “Algo huele a podrido en Dinamarca”. No se porque, pero me acuerdo de la mierda de libro ese que trataba de unos ratones que se dedicaban a mangarse el queso los unos a los otros, y que tenía como moraleja algo así como: “te van a joder vivo, te van a robar el queso y encima… te tiene que gustar”… Ole y ole, pues algo así hay en todo esto.
El caso es que hace poco, como se suele decir, tuve una revelación:

Salía el viernes del trabajo cuando una visión resplandeciente, brillante, cegadora, se presentó ante mi y me dijo: “Quo Vadis, domine?”… Yo, atemorizado y con un hilo de voz respondí: “A pedir un préstamo”. Y entonces la visión se acercó, hasta que pude verla con claridad. Era Anne Igartiburu, que me dijo: “Eso esta hecho hombre, aquí tienes tu crédito para comprarte un pisito en Marina D`or, Ciudad de vacaciones, a pagar en cómodos plazos durante el resto de tus días, y los de los hijos de tus hijos.”

Yo feliz como una perdiz y como me sobraba el dinero, me fui directo al Media Markt, donde para celebrarlo me compré una televisión con pantalla panorámica y Dolby surround y acto seguido me fui a ponerme ciego de marisco con la parienta. Fue justo después, en plena resaca de albariño y orujo cuando lo ví todo claro:

Una década de crecimiento económico, así, año arriba, año abajo. Los beneficios de las empresas creciendo sin pausa, año tras año… Y sin embargo, la capacidad adquisitiva de las familias exactamente igual que al principio del periodo. ¿Y como coño tengo yo esta resaca y mi chalet en la playa y mi pantalla panorámica?

Muy fácil. Voy a comparar la economía con la tarta de Santiago que me metí ayer entre pecho y espalda. Durante este tiempo, la etapa de bonanza económica, la tarta ha ido creciendo y creciendo gracias a que la demanda y el consumo ha ido también creciendo sin parar. Cada uno de nosotros queríamos más tarta, más televisiones y más chalets. Los empresarios para satisfacer esa demanda produjeron más y más, aumentando la oferta y de paso sus beneficios.

Según “la mano invisible”, ese aumento de la economía debería haber beneficiado a todos, es decir, el empresario, busca que su trozo de tarta sea cada vez mayor, y con eso lo que consigue es que la propia tarta crezca, y con ella, el trozo que se come el trabajador…

…. Peo no ha sido así. En estos años, el trozo de tarta del trabajador ha seguido exactamente igual, su capacidad de compra no ha aumentado ni lo mas mínimo. Dicho de otra forma, mientras los que mandan de verdad (y no me refiero al gobierno) cada vez tenían más beneficios, a nosotros no nos han subido el sueldo na`mas que lo justito, o quizás un poco menos. O sea… nos la han metido doblada.

Lo malo es que, si las familias no tienen más dinero, no demandan más, no consumen más y el sistema no funciona, así que tenía que hacerse algo para que, esa demanda aumentase a pesar de que su trozo de tarta estuviera fosilizado desde tiempos de Carracuca.

La solución fué : darnos créditos. Prestarnos dinero para que siguiéramos comprando.

Resumiendo: Toda la riqueza que se ha creado durante estos años ha beneficiado en exclusiva a las empresas, mientras que a las familias se les ha dado préstamos, con los que ha existido la sensación de mejora económica, traducida en un mayor consumo, que era el que tiraba del carro.

El problema es que, los beneficios del sector empresarial, no van a devolverlos porque son legalmente suyos, legalmente es su trozo de tarta, mientras que el trozo de tarta que nos hemos comido nosotros, ha sido prestado… Y más tarde o más temprano tocará devolverlo.
Por cierto, la tarta era de queso…. Y me temo que me la han robado.

Una de piratas

A estas alturas ya nos habremos dado cuenta que algunos se lo han llevado crudo mientas que nosotros estábamos viéndolas venir, y así nos hemos quedado, con cara de gilipollas.

Estaba claro que esto no era sostenible, porque las familias, como me decían en la universidad, además de consumir, tienen que ahorrar, para poder prestar a las empresas y en este tiempo precisamente lo que han hecho, ha sido exactamente todo lo contrario, pedir prestado.

Mucho me temo que la “crisis financiera” (no confundir con la real, que es aquella en la que la mano invisible nos va a dar por culo a todos) no es más que lo que los inversores en bolsa suele llamar “recogida de beneficios”, que no es otra cosa que, cuando los enteraos consideran que ya ha subido suficientemente el precio de sus acciones, las venden en masa a los incautos que puedan. En ese caso la bolsa se hunde calzandose una hostia de las que salen en la tele… Pero no nos engañemos, en realidad los que sabían de que iba el tema se han forrado con la operación.

Esto es lo mismo, aunque a mi personalmente, que como quien dice aprendí a leer con las novelas de Emilio Salgari, me recuerda más bien al Olonés, el pirata, cuando después de saquear Maracaibo dijo: “Vamos colegas, levando anclas que aquí ya no queda nada que rascar y el último en salir que apague las luces y cierre la puerta”

Vamos, un asalto a mano armada y nosotros sin enterarnos.
Lo peor es que como hemos dicho, los créditos hay que devolverlos y ahora (y en los próximos años mas todavía) nos vamos a encontrar con mucha gente cogida por las gónadas.

¿Servirá esta crisis para cambiar el funcionamiento de este sistema? Noooooo, evidentemente ningún político ni nadie va a decir: “Si lo que hay que hacer es aumentar la demanda, aumenten el poder adquisitivo de los que tienen que consumir”, o sea los currantes, den un trozo de su pastel a las familias. Menudo ataque de risa… Todo lo contrario, como los piratas del Caribe estos no pueden dejar que la gallina de los huevos de oro la palme, ni pueden permitir que se acabe el chollo, serán condescendientes con los pobres y derrochadores ciudadanos, y para que puedan devolver sus deudas…. Les darán nuevos créditos. Y así tenemos asegurados nuevas generaciones de dóciles trabajadores acojonados por no pagar sus deudas…pero que seguirán consumiendo, como es su deber.
Eso, hace siglos se llamaba esclavitud.

¿Y ahora?

Hasta ahora he estado hablando de “familias” y “empresas”. A los primeros, quien más quien menos, les tiene identificado, vamos, los currantes de distinta raza y condición, pero ¿Quiénes son los segundos?.... Evidentemente no me refiero al frutero de la esquina (por muy digno empresario que sea, que lo es), sino a las empresas de la nueva economía, del mundo globalizado.

Antes las empresas eran propiedad de la familia XXXXX (donde van las X poner algún apellido, a ser posible que suene a burguesía catalana, industrial vasco, terrateniente andaluz o similar, por eso de los tópicos, que no se diga), pero ahora, ¿de quien son propiedad?
Tenemos la empresa ACME, cuyo capital está dividido en acciones, que son propiedad de las empresas Cañones S.A. y Mantequilla S.A. A su vez las acciones de ambas empresas son propiedad de CAINASA y ABELSA, que por su lado, pertenecen a la ya mencionada ACME y a la banca USURA, mayoritariamente participada por Cañones S.A.

¿Quién es el dueño?... Pues va a ser que nadie…

Y a todo esto, lo de nadie me recuerda a la Odisea, cuando Ulises le dice a Polifemo que su nombre es “Nadie” y luego va y le revienta el ojo, y va el otro y dice: “Nadie me ha jodido vivooooooo”… Si, si, lo hizo nadie, pero jodido se quedó.

Pues esto es parecido. Algo que hace mucho que existe en derecho, como son las personas jurídicas, en contraposición con las personas físicas, en la nueva economía ha dejado de ser una ficción legal para convertirse en una realidad. Las grandes empresas que manejan la economía han cobrado autonomía, y ellas son las principales beneficiarias del actual sistema. Ellas se están comiendo nuestro queso.

Una vez dicho esto solo queda preguntarse, ¿y ahora que?, ¿Qué hacemos?, ¿Cómo se resuelve este sarao?


Pues la verdad, no tengo la menor idea, os dejo a pensando, y mientras tanto, a ver si se me vuelve a aparecer Anne y tengo otra revelación.