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HERMANO MERO & HERMANA CABRA

BREITHORN, PRIMER CUATROMIL

BREITHORN, PRIMER CUATROMIL

Algunos os habréis dado cuenta de que el título de este artículo es un guiño al libro, muy recomendable, por cierto, "Annapurna, primer ochomil", de Maurice Herzog, salvando las distancias, claro, aunque por otro lado sean casi insalvables. Digo esto porque mientras en el libro de Herzog narra la primera escalada realizada a un ochomil en el Himalaya, aquí se trata de contarós nuestra humilde ascensión al Breithorn, una de las montañas de más de cuatromil metros más sencilla de los Alpes, y a la vez más populares.

Pero que queréis que os diga; pese a esa sencillez, disfrutamos como cochinos viendonos rodeados de hielo, glaciares, y por los picos más altos de los Alpes. Al fin y al cabo se trataba de la primera vez que la Hermana Cabra y el Hermano Mero subían a tanta altitud, y la experiencia no defraudó. Las vistas desde la cima (y desde mucho antes de llegar a ella) son espectaculares... Desde los cercanos Cervino, Castor, Pollux y Liskham, hasta los lejanos macizos del Mont Blanc, Grand Combin y Gran Paradiso, pasando por el Monte Rosa... En fin, un paraiso de hongos nevados, glaciares y aristas de vertigo.... Y todo eso por el modico esfuerzo que supone subir menos de 700 metros de desnivel y hacer frente a la nevada pala final de la ruta normal, que no supera los 35º de inclinación.

La aproximación a la montaña se ve facilitada por los medios mecánicos existentes. Desde Zermatt (Suiza), podemos subir en telecabina hasta la estación de Klein Matterhorn o Piccolo Cervino, (3.880 m), con lo que la ascensión se reduce aún más que si se opta por subir desde el lado Italiano (Breuil-Cervinia), que fué nuestra elección. En este caso los remontes nos dejan a la altura de 3.480 m, en la estación superior del telecabina de Testa Grigria, 685 m por debajo de la cumbre.

Por desgracia estas facilidades suponen también que la zona no sea precisamente un ejemplo de montaña en estado natural y solitaria, más bien todo lo contario. Posiblemente nos veamos obligados a compartir "nuestra" cumbre con decenas de personas, por no hablar del lamentable espectaculo de la montaña humanizada mediante telesillas cables y demás, porque en el Plateau Rosa existe un centro de esquí veraniego, que aprovecha las nieves del glaciar incluso en agosto.

Por lo tanto, una vez comenzamos la ruta, y durante su primer tramo, nos vemos obligados a caminar entre los remontes y pistas de esquí, hasta alcanzar el Plateau del Breithorn, a unos 3.800 m, donde se acaban los artilugios mecánicos. Desde aquí la ascensión no da lugar a dudas, atravesar el enorme rellano helado hasta el Collado Breithorn, y desde aquí seguir las huellas de la ruta normal, que hace un par de zig-zag por la ladera que tenemos sobre nuestras cabezas, hasta llegar a la cumbre, o bien, desviandose un poco hacia la derecha, alcanzar el collado que separa el Breithorn occidental, o cumbre principal (4.165 m), del Breithorn central, algo más bajo, y una vez allí, coger a nuestra izquierda, la arista que conduce a la cima. Eso si, esta opción es más complicada; la arista puede impresionar, y no admite un error; es estrecha y tanto hacia la ladera sur, como especialmente hacia el norte, tenemos cientos de metros de caída.

Una buena opción, si no hace viento y las condiciones son buenas, es subir por el collado y la arista oriental, y bajar por la ruta normal. Esta fué la ruta que nosotros hicimos.

Por último, una aclaración; el hecho de que este sea uno de los cuatromiles más asequibles no significa que esté exento de peligros ni de dificultades, ni que podamos ir sin tomar las precauciones necesarias.

No podemos olvidar la altura a la que estamos, lo que implica, por ejemplo, frio, bastante frio. En nuestro caso, a pesar de tener un sol radiante y ni una sola nube, es decir un dia privilegiado, tuvimos que usar guantes y forro polar grueso, en pleno mes de agosto. No quiero imaginar lo que puede ser aquello con un buen marrón sobre nuestras cabezas... Marrón que no es extraño que se monte, porque no hace falta decir que la meteorologia en la montaña es bastante variable (de hecho el día siguiente al de nuestra ascensión el tiempo estaba bastante más inestable).

Además, el hecho de usar los remontes para comenzar a caminar a gran altura, tiene un inconveniente; nuestro cuerpo no se aclimata a la altitud y podemos sufrir las consecuencias, que se pueden traducir en agotamiento o dolor de cabeza, en el mejor de los casos.

Ni que decir tiene que el plateau glaciar bajo la cumbre, con niebla, sin referencias y en terreno casi llano, es el lugar ideal para perderse, pero sobre todo, tampoco hay que olvidar que estamos en un glaciar.... Un glaciar poco agrietado y muy frecuentado, por lo que la ruta a seguir, generalmene estará clara por las pisadas de los que nos precedieron, pero es un glaciar al fin y al cabo, y... ¿Quien nos asegura que esa nieve que oculta una grieta y que ha soportado el paso de miles de personas no va a ceder justo en la  mil y una?... O sea, a nuestro paso

Por eso hay que ir equipados con el material necesario (piolet, crampones, arnes, cuerda, etc...) y sobre todo, tener los conocimientos suficintes para usarlos y atravesar un terreno glaciar con seguridad, o en su defecto, contratar los servicios de un guia. En nuestro caso acudimos a la Asociación de Guías del Cervino, donde nos proporcionaron tanto el guía como el material necesario.

En definitiva, una bonita y asequible actividad, tomando las precauciones necesarias, que esperemos que sirva para que dentro de poco tiempo podamos hablar de un segundo cuatromil, un tercero, un cuarto....

 Os dejamos con unas fotos de la ascensión; ¡ Que las disfrutéis!

Texto: Hermano Mero

Fotos: Hermano Mero y Hermana Cabra

Música: Frozen (Madonna)

Croquis: Google Earth

 

4 comentarios

Hermano Mero -

Gracias !

GeMe -

Que pasada de foto...

Hermano Mero -

jajaja... Anda chaval, a ti con lo que te gusta cascar, y te has quedao sin palabras?

Mon -

Me has dejado sin palabras...