MONTAÑAS DE PALABRAS
Aquí tienen (o tendrán) cabida montañas de palabras, con la única condición de que esas palabras tomen vida en torno a las montañas... Desde textos autobiográficos como “Los conquistadores de lo inútil” de Terray, hasta las andanzas del Arcipreste de Hita por las montañas del Guadarrama. Desde Messner y sus últimas teorías sobre el Yeti, hasta las excentricidades de Henry Russell. Desde las poesías de Luis Rosales hasta las cómicas aventuras de “Tartarín en los Alpes”... Y así todo lo que quepa en un libro y que huela medianamente a lo que huelen las jaras de la Pedriza, los roquedos desiertos de Picos de Europa o los Hayedos de Somport... Libros de grandes viajes y grandes viajeros, como Victor Hugo y su “Viaje al Pirineo”, o pequeñas expediciones de expedicionarios desconocidos, como el “Viage a la Sierra y Laguna de Gredos por su Polo Austral”...
Espero, que esta sección termine llenándose del espíritu y de las palabras de Giner de los Rios y la Institución libre, tan ligada al montañismo castellano, a las enseñanzas de científicos enamorados de las rocas, como Hugo Obermaier, reyes sabios, como Alfonso X, divulgadores de la talla de Bernaldo de Quirós, Delgado Ubeda o Lucien Briet, geógrafos nacionales como Casiano de Prado, o foráneos, como Saint Saud... Y en definitiva, todo aquel que en sus palabras haya tenido presente las alturas que tanto queremos y necesitamos.
Solo podía inaugurar esta sección de una forma, y era con una poesía que, aunque se escribió hace muchísimos años, en un mundo completamente distinto al que a mi me ha tocado vivir, siempre he sentido como propia, familiar como si todo lo que calla y quiere decir fuese lo mismo que ha pasado por mi cabeza las veces que, con la mochila a cuestas, cualquier domingo por la mañana, esperaba al autobús camino de la Sierra. Los que me conocéis bien ya sabréis a que poesía me refiero; esa que en mis momentos de pesadez me habréis oído recitar (más bien mal, que bien) bastantes veces ; No hace falta decir que hablo de Antonio Machado:
CAMINOS
¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo,
la sierra gris y blanca,
la sierra de mis tardes madrileñas
que yo veía en el azul pintada?Por tus barrancos hondos
y por tus cumbres agrias,
mil Guadarramas y mil soles vienen,
cabalgando conmigo, a tus entrañas.
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