ASCENSIÓN AL TURBÓN
El valle de Benasque, en el extremo oriental del Pirineo Aragones, queda delimitado al sur por dos llamativos macizos montañosos; Cotiella al Oeste y Turbón al Este.
Ambos son de naturaleza diferente a otras montañas del valle, como Llardana (Possets), macizo de las Maladetas o Perdiguero, y se asemejan más a los lejanos Picos de Europa, o a Ordesa y al macizo de Monte Perdido. Aquí no encontraremos Granitos o Pizarras, sino rocas calcareas, y con ellas una vegetación aclimatada a terrenos más secos, en los que el agua del deshielo, o de la lluvia se filtra rápidamente.
Además la altura de estos macizos es notablemente inferior a las del extremo norte del valle, sobre todo en el caso del Turbón, que con sus 2.492 m, se sitúa a mas de 900 metros por debajo de la cumbre del Aneto. Sin embargo esta modesta altura se ve compensada para el montañero por una multitud de alicientes adicionales, que hacen de la ascensión al Turbón una actividad muy interesante.
En primer lugar, gracias a su posición separada por el sur de la cadena principal, la cumbre tiene unas vistas espectaculares en todas direcciones, y sobre todo, su inmensa mole blanquecina es visible desde kilómetros de distancia, como un enorme castillo que domina Graus y el Valle de Isábena.
Otro punto a su favor es la soledad de esta cumbre, ya que la mayor parte de excursionistas y montañeros se ven atraídos por las alturas del Aneto, Possets y demás “tresmiles”, que son asaltados por verdaderas multitudes, mientras que aquí prácticamente no veremos a nadie en todo el recorrido.
Por último, decir que esta es una montaña “extraña”. No solo se trata de que la roca, sus colores, o la vegetación sean diferentes a las del resto del valle, es que además está hueca...
... Si, hueca, porque el compacto macizo que se ve cuando nos aproximamos desde el sur, en realidad alberga en su interior un valle colgado, sospechosamente parecido a los “jous” o “joyos” de Picos de Europa... Con la diferencia de que estos no tienen salida alguna para las aguas, mientras que aquí si existe dicha salida. El riachuelo que surca la perfecta herradura que forma La Coma de San Adrián, que así se llama este valle, después de dirigirse hacia el norte, hace un quiebro hacia el oeste y desagua por una estrecha brecha, en dirección al pueblo de Llert.
No es de extrañar pues, que una montaña tan especial fuese, según cuenta la tradición, lugar de aquelarres, en los que las brujas de la comarca se reunían para convocar a las más dañinas tormentas.
Pues bien, dicho todo esto proponemos una excursión que, sin excesivas complicaciones, nos permitirá conocer este rincón del Pirineo. Eso sí, se trata de una excursión larga (algo mas de ocho horas de andar, sin contar paradas) y con un respetable desnivel (1.200 metros).
Para llegar al punto de inicio de nuestra marcha es necesario que tomemos la carretera N-260, entre Montanuy y Castejón de Sos, hasta el Collado de Fadas. Desde el mismo collado sale una estrecha carretera en un estado lamentable, que se dirige hacia San Feliú de Veri. Justo antes de entrar en este pueblo, surge un desvío a la izquierda, ya sin asfalto, que nos llevará a la Muria, una aldea diminuta situada sobre un cerro. Sin entrar en la Muria continuamos por la pista de tierra hasta llegar al fondo de un barranco. Al otro lado del riachuelo existe una zona con merenderos, mesas, bancos, una fuente y un refugio abierto, en bastante buen estado y con dos barbacoas en su interior.
Dejamos los coches en este punto y continuamos a pié por la misma pista que nos ha traído hasta aquí, sin hacer caso de los desvíos que veamos, de menor anchura y peor firme que el que llevamos. De esta forma ganamos altura en varios zigzags, hasta llegar a una zona en la que la pista queda prácticamenente llana. Estamos en la Selva Plana. Aquí debemos buscar un sendero a nuestra derecha, que nos llevará a la Colladeta de San Feliu (1.886 m).
Este es el punto más conflictivo del camino, por lo que tendremos que estar atentos al desvío. A modo de ayuda, decir que caminaremos un rato por esta llanura, alternando zonas de bosque con pequeñas praderas, hasta que lleguemos a una mayor que las demás. Justo antes de que la pista vuelva a entrar entre los árboles, a su derecha, según el sentido de la marcha, veremos un hito de considerable tamaño, que marca el inicio del sendero. Hasta aquí habremos tardado algo menos de una hora de marcha.
Si hemos estado atentos al paisaje, antes de llegar aquí habremos localizado una marcada vaguada en la montaña, cuyas vistas desde que llegamos al llano de Selva Plana nos ha acompañado en nuestro paseo. Al fondo de esta vaguada se localiza la Colladeta de San Feliú. Nos ayudará a localizar el sendero el saber que su comienzo se encuentra justo cuando parece que la pista comienza a dejar atrás la vaguada, separándose de ella.
Una vez localizado el mojón veremos un sendero muy marcado,que se introduce en el bosque. No hay que seguirlo. En su lugar, continuar por dos tenues rodadas que atraviesan la pradera y que al salir de esta se vuelven mas claras, transformándose en un ancho camino. Ahora caminamos por un espeso bosque de pinos, enebros y alguna que otra haya, ganando altura, primero suavemente y posteriormente de forma mas acusada.
Pronto se hace evidente que este camino se introduce en la vaguada que mencionamos anteriormente, hasta alcanzar su eje. En ese momento, abandonamos el camino que traíamos por un sendero que asciende de forma mas pronunciada. Llegamos a una torrentera repleta de rocas. El sendero sube unos metros por ella, para abandonarla por la derecha. La pendiente es ahora agotadora, pero por suerte caminamos bajo la sombra que nos ofrece el bosque, cuyos árboles tienen un tamaño bastante mayor que los de la Selva Plana.
La pendiente se dulcifica y el sendero se vuelve más difuso. En cualquier caso tenemos que salir a la parte alta de la vaguada, ocupada por prados y matorrales. Desde aquí un sendero pedregoso asciende al pié de las rocas y las pedreras de la montaña situada a nuestra izquierda y justo por encima de una torrentera. Podemos seguirlo, pero debido a lo suelto del terreno, nos resultará más cómodo ganar altura por una loma herbosa situada inmediatamente a la derecha de la mencionada torrentera.
Elijamos el camino que elijamos, finalmente llegaremos a la Colladeta, desde la que, de repente, se nos abrirán unas estupendas vistas del Turbón y de la Coma de San Adrián. Al mismo tiempo, Por el norte vemos, en primer plano el Tossal dels llaners, detrás el grupo de cumbres del Gallinero y Sierra Negra y al fondo, la cadena principal de la cordillera.
Desde que dejamos la pista forestal, hasta aquí habremos tardado aproximadamente otra hora y es conveniente que hayamos ido memorizando aquellas partes del camino menos claras, porque a la vuelta tendremos que pasar nuevamente por este collado, y todo lo caminado hasta ahora habrá que hacerlo en sentido contrario.
Desde la Colladeta de San Feliú, la forma más usual de subir al Turbón es a través de la Coma de San Adrían, para lo que tendríamos que perder unos metros desde el collado, hasta situarnos en el fondo del valle, para posteriormente remontarlo hasta su final. Nosotros sin embargo decidimos dejar esta opción para la vuelta y subir por el cordal oriental del macizo.
Una vez hayamos disfrutado del paisaje reiniciamos la marcha, por la loma pedregosa que tenemos a la izquierda del collado (Sureste). Al principio se aprecia una senda que va ascendiendo poco a poco, en una larga diagonal hacia lo alto de la loma. Sin embargo muy pronto esta senda se difumina y resulta dificil seguirla entre la infinidad de rocas de la ladera, aunque sigue existiendo y si andamos con ojo nos facilitará la subida. En cualquier caso hay que procurar llegar a lo alto de la loma mas al norte de una primera punta que se observa desde abajo.
Una vez en la loma tendremos que seguirla hacia el norte, alternándose tramos herbosos, con otros de roca. Sin embargo en ningún momento hay ningún paso complicado. En todo caso nos puede resultar más cómodo subir por una sucesión de praderas que ascienden paralelas a la cresta, un poco mas abajo y a la izquierda de esta en el sentido de nuestra marcha.
Personalmente creo que merece la pena ir a plena cresta, porque el esfuerzo adicional es mínimo y a cambio tendremos unas vistas espectaculares de la cresta occidental y del precipicio que poco a poco se va abriendo a nuestra derecha.
Pasamos por una cumbre secundaria poco marcada; el Pico Aligas (2.296 m), y por una segunda más clara, el Turbonet (2.344 m), cuya cara oeste es una impresionante pared completamente vertical, en contraposición de la cara este, de suave pendiente.
Desde esta cumbre podemos ver lo que queda para la cumbre; el fondo del circo que forma la Coma de San Adrián, y una profunda brecha, llamada “la Portella”, justo al sur de nuestra posición, que parece cortar el cordal por el que estamos caminando.
Tenemos que bajar hasta la brecha, de la que sale, a mano derecha, un sendero que se interna en el fondo del circo, aprovechando una especie de faja o vaguadita colgada sobre el valle principal. Sin embargo nosotros solo usaremos este sendero en la bajada. De momento continuamos por lo alto de la loma para completar nuestro recorrido por la línea de cumbres. De esta forma llegamos a una última altura muy redondeada y sin nombre en la cartografía (2.373 m). Llegar desde la Colladeta de San Feliú hasta la Portella, nos habrá llevado algo mas de una hora, y desde la Portella hasta el punto en el que nos encontramos no nos habrá costado mas de otra media hora.
Desde aquí tan solo nos queda bajar a un cercano collado, situado justo en el vértice que une los dos cordales del macizo y comenzar la subida final a la cumbre principal, llamada en algunos mapas Castillo de Turbón. Dicha subida es fácil, con no demasiada inclinación y se realiza por lo más alto de lo que en un principio es una ancha ladera. Poco a poco esta ladera se estrecha, y pierde inclinación, aunque sin llegar en ningún momento a causar verdaderos problemas (al menos en ausencia de nieve). Finalmente, en media hora aproximadamente llegaremos al vertice geodésico de la cumbre... O al menos de una de ellas, porque esta montaña es bicéfala y a escasos metros encontramos la otra cumbre, de la misma altura y ocupada por varias antenas de telefonía movil.
Las vistas desde la cumbre son impresionantes. No solo vemos todos los “gigantes” del valle; Cotiella al oeste, Llardana (Possets), Perdiguero, Maladetas y Culebras (Vallibierna) al norte, sino también todo el Somontano, valle de Isábena , la Sierra de Chía, el grupo de Montañas de Sierra Negra y Gallinero, e incluso, ya bastante lejos, al este, las montañas del Parque Nacional de Aigües Tortes
Merece la pena asomarnos a la cumbre norte, para echar un vistazo a otras dos posibles vías de ascensión a esta montaña; una por la cresta que constituye el cordal oeste del macizo, mas complicado que el que hemos realizado nosotros, y otra, subiendo por la ancha canal que separa dicha cresta de la cumbre donde estamos, de piedra suelta y que asciende desde la Plana del Turbón (la gran meseta que se ve a occidente, donde existe un refugio libre).
Desde la cumbre iniciamos el regreso retrocediendo por lo alto del cordal. No hace falta que lleguemos hasta el collado donde iniciamos nuestra subida final, sino que cuando veamos que la ladera pierde inclinación y se hace mas cómoda, podemos comenzar a descender directamente por ella.
Como ya dijimos anteriormente, tenemos que dirigir nuestros pasos hacia la brecha de la Portella, para lo cual, bien bajaremos hacia el fondo de la vaguadita que ocupa el fondo del circo, para seguir el riachuelo que corre por ella, o bien seguiremos en sentido descendente la pequeña loma que cierra dicha vaguada, separándola de la Coma de San Adrián.
En cualquier caso, elijamos la opción que elijamos, llegaremos a la Portella, desde la que podemos bajar hasta el valle principal que conforma la Coma de San Adrián. Para ello, desde el mismo collado, podemos tomar el sendero, marcado con hitos, que en primer lugar nos guía hasta una especie de hombro, y desde aquel, baja diréctamente por un embudo de piedra suelta. Esta bajada, sin nieve no tiene ninguna dificultad, y con ella supone tener que salvar un par de rampas no muy largas y de inclinación moderada.
Una vez abajo continuamos en dirección norte por el caos de enormes rocas que ocupan el valle, pasando por debajo de la espectacular pared del Turbonet y de dos llamativas agujas rocosas. Existe sendero marcado con hitos que nos indica la forma más cómoda de continuar nuestro descenso, pero en caso de despiste puede ayudarnos saber que el mejor camino se encuentra algo a la derecha del eje del valle.
El terreno por el que caminamos recuerda sorprendéntemente al “Jou Santo”, situado al pié de Torre Santa de Castilla, en los lejanos Picos de Europa; un verdadero desierto de rocas encerrado entre montañas. Tan solo si miramos al norte los colores se tiñen algo de verde, suavizando el rigor del paisaje.
Continuamos caminando en la misma dirección, hasta que encontremos un escalón en el terreno, en el que de forma súbita termina el terreno rocoso. Mas abajo corre un riachuelo rodeado de praderas. Para bajar este escalon podemos, bien seguir un sendero que da un pequeño rodeo por una zona de pedrera fina y que sigue la orilla derecha del riachuelo, o bien bajar mas o menos diréctamente hacia el curso de agua, por terreno más firme, pero sin sendero.
Una vez en el arroyo podemos seguir por su orilla derecha o por la izquierda, siendo esto último más cómodo, ya que el sendero que va por la derecha tiene mas subidas y bajadas y transcurre por terreno más incómodo, mientras que el de la izquierda recorre una sucesión de praderas, que invitan a tumbarse y descansar.
Frente a nosotros, justo al norte tenemos la Colladeta de San Feliú, por la que pasamos hace ya bastantes horas, en el trayecto de ida.
Para llegar hasta ella debemos situarnos en la orilla derecha del arroyo. Por tanto, si hemos venido por las praderas de la orilla contraria tendremos que cruzar el exiguo cauce(cosa que por otro lado se hace sin ningún problema) unos metros antes de que este cambie de dirección y se cuele por una especie de embudo situado al noroeste del valle.
El sendero que sube hasta la colladeta está muy marcado y nos dejará en lo alto de la misma en pocos minutos.
Desde que abandonamos la cima hasta aquí, habremos caminado entre dos horas y dos horas y media, aunque para finalizar el recorrido aún nos quedan otra hora y cuarto aproximadamente, retrocediendo por el mismo camino que usamos en la subida.
Texto y fotos: Hermano Mero
Ambos son de naturaleza diferente a otras montañas del valle, como Llardana (Possets), macizo de las Maladetas o Perdiguero, y se asemejan más a los lejanos Picos de Europa, o a Ordesa y al macizo de Monte Perdido. Aquí no encontraremos Granitos o Pizarras, sino rocas calcareas, y con ellas una vegetación aclimatada a terrenos más secos, en los que el agua del deshielo, o de la lluvia se filtra rápidamente.
Además la altura de estos macizos es notablemente inferior a las del extremo norte del valle, sobre todo en el caso del Turbón, que con sus 2.492 m, se sitúa a mas de 900 metros por debajo de la cumbre del Aneto. Sin embargo esta modesta altura se ve compensada para el montañero por una multitud de alicientes adicionales, que hacen de la ascensión al Turbón una actividad muy interesante.
En primer lugar, gracias a su posición separada por el sur de la cadena principal, la cumbre tiene unas vistas espectaculares en todas direcciones, y sobre todo, su inmensa mole blanquecina es visible desde kilómetros de distancia, como un enorme castillo que domina Graus y el Valle de Isábena.
Otro punto a su favor es la soledad de esta cumbre, ya que la mayor parte de excursionistas y montañeros se ven atraídos por las alturas del Aneto, Possets y demás “tresmiles”, que son asaltados por verdaderas multitudes, mientras que aquí prácticamente no veremos a nadie en todo el recorrido.
Por último, decir que esta es una montaña “extraña”. No solo se trata de que la roca, sus colores, o la vegetación sean diferentes a las del resto del valle, es que además está hueca...
... Si, hueca, porque el compacto macizo que se ve cuando nos aproximamos desde el sur, en realidad alberga en su interior un valle colgado, sospechosamente parecido a los “jous” o “joyos” de Picos de Europa... Con la diferencia de que estos no tienen salida alguna para las aguas, mientras que aquí si existe dicha salida. El riachuelo que surca la perfecta herradura que forma La Coma de San Adrián, que así se llama este valle, después de dirigirse hacia el norte, hace un quiebro hacia el oeste y desagua por una estrecha brecha, en dirección al pueblo de Llert.
No es de extrañar pues, que una montaña tan especial fuese, según cuenta la tradición, lugar de aquelarres, en los que las brujas de la comarca se reunían para convocar a las más dañinas tormentas.
Pues bien, dicho todo esto proponemos una excursión que, sin excesivas complicaciones, nos permitirá conocer este rincón del Pirineo. Eso sí, se trata de una excursión larga (algo mas de ocho horas de andar, sin contar paradas) y con un respetable desnivel (1.200 metros).
Para llegar al punto de inicio de nuestra marcha es necesario que tomemos la carretera N-260, entre Montanuy y Castejón de Sos, hasta el Collado de Fadas. Desde el mismo collado sale una estrecha carretera en un estado lamentable, que se dirige hacia San Feliú de Veri. Justo antes de entrar en este pueblo, surge un desvío a la izquierda, ya sin asfalto, que nos llevará a la Muria, una aldea diminuta situada sobre un cerro. Sin entrar en la Muria continuamos por la pista de tierra hasta llegar al fondo de un barranco. Al otro lado del riachuelo existe una zona con merenderos, mesas, bancos, una fuente y un refugio abierto, en bastante buen estado y con dos barbacoas en su interior.
Dejamos los coches en este punto y continuamos a pié por la misma pista que nos ha traído hasta aquí, sin hacer caso de los desvíos que veamos, de menor anchura y peor firme que el que llevamos. De esta forma ganamos altura en varios zigzags, hasta llegar a una zona en la que la pista queda prácticamenente llana. Estamos en la Selva Plana. Aquí debemos buscar un sendero a nuestra derecha, que nos llevará a la Colladeta de San Feliu (1.886 m).
Este es el punto más conflictivo del camino, por lo que tendremos que estar atentos al desvío. A modo de ayuda, decir que caminaremos un rato por esta llanura, alternando zonas de bosque con pequeñas praderas, hasta que lleguemos a una mayor que las demás. Justo antes de que la pista vuelva a entrar entre los árboles, a su derecha, según el sentido de la marcha, veremos un hito de considerable tamaño, que marca el inicio del sendero. Hasta aquí habremos tardado algo menos de una hora de marcha.
Si hemos estado atentos al paisaje, antes de llegar aquí habremos localizado una marcada vaguada en la montaña, cuyas vistas desde que llegamos al llano de Selva Plana nos ha acompañado en nuestro paseo. Al fondo de esta vaguada se localiza la Colladeta de San Feliú. Nos ayudará a localizar el sendero el saber que su comienzo se encuentra justo cuando parece que la pista comienza a dejar atrás la vaguada, separándose de ella.
Una vez localizado el mojón veremos un sendero muy marcado,que se introduce en el bosque. No hay que seguirlo. En su lugar, continuar por dos tenues rodadas que atraviesan la pradera y que al salir de esta se vuelven mas claras, transformándose en un ancho camino. Ahora caminamos por un espeso bosque de pinos, enebros y alguna que otra haya, ganando altura, primero suavemente y posteriormente de forma mas acusada.
Pronto se hace evidente que este camino se introduce en la vaguada que mencionamos anteriormente, hasta alcanzar su eje. En ese momento, abandonamos el camino que traíamos por un sendero que asciende de forma mas pronunciada. Llegamos a una torrentera repleta de rocas. El sendero sube unos metros por ella, para abandonarla por la derecha. La pendiente es ahora agotadora, pero por suerte caminamos bajo la sombra que nos ofrece el bosque, cuyos árboles tienen un tamaño bastante mayor que los de la Selva Plana.
La pendiente se dulcifica y el sendero se vuelve más difuso. En cualquier caso tenemos que salir a la parte alta de la vaguada, ocupada por prados y matorrales. Desde aquí un sendero pedregoso asciende al pié de las rocas y las pedreras de la montaña situada a nuestra izquierda y justo por encima de una torrentera. Podemos seguirlo, pero debido a lo suelto del terreno, nos resultará más cómodo ganar altura por una loma herbosa situada inmediatamente a la derecha de la mencionada torrentera.
Elijamos el camino que elijamos, finalmente llegaremos a la Colladeta, desde la que, de repente, se nos abrirán unas estupendas vistas del Turbón y de la Coma de San Adrián. Al mismo tiempo, Por el norte vemos, en primer plano el Tossal dels llaners, detrás el grupo de cumbres del Gallinero y Sierra Negra y al fondo, la cadena principal de la cordillera.
Desde que dejamos la pista forestal, hasta aquí habremos tardado aproximadamente otra hora y es conveniente que hayamos ido memorizando aquellas partes del camino menos claras, porque a la vuelta tendremos que pasar nuevamente por este collado, y todo lo caminado hasta ahora habrá que hacerlo en sentido contrario.
Desde la Colladeta de San Feliú, la forma más usual de subir al Turbón es a través de la Coma de San Adrían, para lo que tendríamos que perder unos metros desde el collado, hasta situarnos en el fondo del valle, para posteriormente remontarlo hasta su final. Nosotros sin embargo decidimos dejar esta opción para la vuelta y subir por el cordal oriental del macizo.
Una vez hayamos disfrutado del paisaje reiniciamos la marcha, por la loma pedregosa que tenemos a la izquierda del collado (Sureste). Al principio se aprecia una senda que va ascendiendo poco a poco, en una larga diagonal hacia lo alto de la loma. Sin embargo muy pronto esta senda se difumina y resulta dificil seguirla entre la infinidad de rocas de la ladera, aunque sigue existiendo y si andamos con ojo nos facilitará la subida. En cualquier caso hay que procurar llegar a lo alto de la loma mas al norte de una primera punta que se observa desde abajo.
Una vez en la loma tendremos que seguirla hacia el norte, alternándose tramos herbosos, con otros de roca. Sin embargo en ningún momento hay ningún paso complicado. En todo caso nos puede resultar más cómodo subir por una sucesión de praderas que ascienden paralelas a la cresta, un poco mas abajo y a la izquierda de esta en el sentido de nuestra marcha.
Personalmente creo que merece la pena ir a plena cresta, porque el esfuerzo adicional es mínimo y a cambio tendremos unas vistas espectaculares de la cresta occidental y del precipicio que poco a poco se va abriendo a nuestra derecha.
Pasamos por una cumbre secundaria poco marcada; el Pico Aligas (2.296 m), y por una segunda más clara, el Turbonet (2.344 m), cuya cara oeste es una impresionante pared completamente vertical, en contraposición de la cara este, de suave pendiente.
Desde esta cumbre podemos ver lo que queda para la cumbre; el fondo del circo que forma la Coma de San Adrián, y una profunda brecha, llamada “la Portella”, justo al sur de nuestra posición, que parece cortar el cordal por el que estamos caminando.
Tenemos que bajar hasta la brecha, de la que sale, a mano derecha, un sendero que se interna en el fondo del circo, aprovechando una especie de faja o vaguadita colgada sobre el valle principal. Sin embargo nosotros solo usaremos este sendero en la bajada. De momento continuamos por lo alto de la loma para completar nuestro recorrido por la línea de cumbres. De esta forma llegamos a una última altura muy redondeada y sin nombre en la cartografía (2.373 m). Llegar desde la Colladeta de San Feliú hasta la Portella, nos habrá llevado algo mas de una hora, y desde la Portella hasta el punto en el que nos encontramos no nos habrá costado mas de otra media hora.
Desde aquí tan solo nos queda bajar a un cercano collado, situado justo en el vértice que une los dos cordales del macizo y comenzar la subida final a la cumbre principal, llamada en algunos mapas Castillo de Turbón. Dicha subida es fácil, con no demasiada inclinación y se realiza por lo más alto de lo que en un principio es una ancha ladera. Poco a poco esta ladera se estrecha, y pierde inclinación, aunque sin llegar en ningún momento a causar verdaderos problemas (al menos en ausencia de nieve). Finalmente, en media hora aproximadamente llegaremos al vertice geodésico de la cumbre... O al menos de una de ellas, porque esta montaña es bicéfala y a escasos metros encontramos la otra cumbre, de la misma altura y ocupada por varias antenas de telefonía movil.
Las vistas desde la cumbre son impresionantes. No solo vemos todos los “gigantes” del valle; Cotiella al oeste, Llardana (Possets), Perdiguero, Maladetas y Culebras (Vallibierna) al norte, sino también todo el Somontano, valle de Isábena , la Sierra de Chía, el grupo de Montañas de Sierra Negra y Gallinero, e incluso, ya bastante lejos, al este, las montañas del Parque Nacional de Aigües Tortes
Merece la pena asomarnos a la cumbre norte, para echar un vistazo a otras dos posibles vías de ascensión a esta montaña; una por la cresta que constituye el cordal oeste del macizo, mas complicado que el que hemos realizado nosotros, y otra, subiendo por la ancha canal que separa dicha cresta de la cumbre donde estamos, de piedra suelta y que asciende desde la Plana del Turbón (la gran meseta que se ve a occidente, donde existe un refugio libre).
Desde la cumbre iniciamos el regreso retrocediendo por lo alto del cordal. No hace falta que lleguemos hasta el collado donde iniciamos nuestra subida final, sino que cuando veamos que la ladera pierde inclinación y se hace mas cómoda, podemos comenzar a descender directamente por ella.
Como ya dijimos anteriormente, tenemos que dirigir nuestros pasos hacia la brecha de la Portella, para lo cual, bien bajaremos hacia el fondo de la vaguadita que ocupa el fondo del circo, para seguir el riachuelo que corre por ella, o bien seguiremos en sentido descendente la pequeña loma que cierra dicha vaguada, separándola de la Coma de San Adrián.
En cualquier caso, elijamos la opción que elijamos, llegaremos a la Portella, desde la que podemos bajar hasta el valle principal que conforma la Coma de San Adrián. Para ello, desde el mismo collado, podemos tomar el sendero, marcado con hitos, que en primer lugar nos guía hasta una especie de hombro, y desde aquel, baja diréctamente por un embudo de piedra suelta. Esta bajada, sin nieve no tiene ninguna dificultad, y con ella supone tener que salvar un par de rampas no muy largas y de inclinación moderada.
Una vez abajo continuamos en dirección norte por el caos de enormes rocas que ocupan el valle, pasando por debajo de la espectacular pared del Turbonet y de dos llamativas agujas rocosas. Existe sendero marcado con hitos que nos indica la forma más cómoda de continuar nuestro descenso, pero en caso de despiste puede ayudarnos saber que el mejor camino se encuentra algo a la derecha del eje del valle.
El terreno por el que caminamos recuerda sorprendéntemente al “Jou Santo”, situado al pié de Torre Santa de Castilla, en los lejanos Picos de Europa; un verdadero desierto de rocas encerrado entre montañas. Tan solo si miramos al norte los colores se tiñen algo de verde, suavizando el rigor del paisaje.
Continuamos caminando en la misma dirección, hasta que encontremos un escalón en el terreno, en el que de forma súbita termina el terreno rocoso. Mas abajo corre un riachuelo rodeado de praderas. Para bajar este escalon podemos, bien seguir un sendero que da un pequeño rodeo por una zona de pedrera fina y que sigue la orilla derecha del riachuelo, o bien bajar mas o menos diréctamente hacia el curso de agua, por terreno más firme, pero sin sendero.
Una vez en el arroyo podemos seguir por su orilla derecha o por la izquierda, siendo esto último más cómodo, ya que el sendero que va por la derecha tiene mas subidas y bajadas y transcurre por terreno más incómodo, mientras que el de la izquierda recorre una sucesión de praderas, que invitan a tumbarse y descansar.
Frente a nosotros, justo al norte tenemos la Colladeta de San Feliú, por la que pasamos hace ya bastantes horas, en el trayecto de ida.
Para llegar hasta ella debemos situarnos en la orilla derecha del arroyo. Por tanto, si hemos venido por las praderas de la orilla contraria tendremos que cruzar el exiguo cauce(cosa que por otro lado se hace sin ningún problema) unos metros antes de que este cambie de dirección y se cuele por una especie de embudo situado al noroeste del valle.
El sendero que sube hasta la colladeta está muy marcado y nos dejará en lo alto de la misma en pocos minutos.
Desde que abandonamos la cima hasta aquí, habremos caminado entre dos horas y dos horas y media, aunque para finalizar el recorrido aún nos quedan otra hora y cuarto aproximadamente, retrocediendo por el mismo camino que usamos en la subida.
Texto y fotos: Hermano Mero
8 comentarios
Miguel -
carlos -
Da gusto encontrar paginas así.
Hermana Cabra -
Hermano Mero -
Respecto a la calidad de los artículos, muchas gracias, pero JM ha mandado un artículo (lo colgaré el lunes) sobre el Espigüete que está de puta madre... En un estilo diferente, pero está de puta madre... Así que ya sabes.
... Que no tarden mucho esos besiberris.
Mon -
Mon -
Hermano Mero -
Mon -