MARÍA PACHECO: LA BRAVA HEMBRA
Hacia finales de abril,
un jinete se aproxima
a la ciudad de Toledo
que no sabe de Padilla.
"Vengo a ver a mi señora
por traerle una misiva.
¡Señora de mi señor,
nunca a mejor serviría!"
"Mensajero, mensajero,
danos acá la misiva,
que lo escrito no leyera
aquella a quien se destina."
El mensaje retenido
le llega a doña María,
el nombre de Villalar
pronto le salta a la vista.
La dama se queda al punto
como la cera más fría.
Dio a su dolor rienda suelta
a solas doña María.
Una noche pasó entera
para medir su desdicha,
y aquella noche al esposo
su respuesta dejó escrita.
Al salir de su aposento
sus sufrimientos domina,
lleva el cabello trenzado,
negro luto la atavía.
"Toledanos, toledanos,
que en el reino no se diga,
que al perder a sus mejores
Toledo quedó vencida".
Hasta seis meses prolonga
Toledo su rebeldia,
y al cabo de los seis meses
se rinde doña María.
Hasta seis meses prolonga
Toledo su rebeldía,
más si Toledo se rinde,
Toledo no está vencida.
(Luis Lopez Alvarez)
Como si se tratase de un dios Jano en femenino, no puedo evitar tener la sensación que al hablar (como ya hice) de la Reina Juana y de María Pacheco, hablo de una misma mujer con dos caras, como si la una y la otra fueran el reverso de una misma persona.
Ambas compartieron, no solo una misma época y vivieron como protagonistas los mismos hechos históricos y trágicos, sino que ambas tuvieron que enfrentarse a la desgracia. Sin embargo, ¡de que forma tan diferente!; el abandono y la apatía -el dejarse morir en vida- de Doña Juana, a la que, por dignidad, me niego a llamar "la loca", frente a la furia y la indomabilidad de "la brava hembra", como era conocida María Pacheco... Y sin embargo, me temo, el mismo dolor y la misma tristeza.
No voy a ponerme a contar la Guerra de las Comunidades, el levantamiento de las ciuedades castellanas contra el nuevo monarca borgoñon, el emperador Carlos, ni sus infinitos matices, luchas de poder o intereses cruzados. Eso es algo que tengo pendiente desde hace tiempo, y que hoy tampoco haré. Solo quiero recordar a Doña María. Ni siquiera quiero juzgar u opinar sobre su causa, solo sobre su determinación, que para mi entra dentro de la categoría del mito, pasando a ocupar, dentro de mi particular y herético altar de dioses y heroes un papel de honor, en el que el porque deja de tener importancia a favor del como.
Quizás la causa de Doña María era la del feudalismo frente a la modernidad del renacimiento, la del provincianismo frente al europeismo, la de los privilegios de los fueros frente al derecho de la monarquía universal... Quien sabe, quizá su lucha era la de la desesperanza y la superviviecia sin alternativas.
Eso es lo de menos, porque casi quinientos años después todo se diluye, incluída la verdad, para que solo se conserve la esencia del símbolo, el no rendirse, el continuar hasta el final sean cuales sean las consecuencias.
Porque lo facil, ante "la misiva retenida" del poema de Luis Lopez Alvarez, habría sido la rendición, el olvidar al marido decapitado por los vencedores y el hincar la rodilla ante el nuevo amo del mundo... Pero no, la ultima comunera no hizo lo facil, es posible que ni siquiera hiciera lo que debía hacer, ni lo correcto, ni aún lo sensato... Pero decidió hacer lo admirable:
El 23 de Abril de 1521 los Comuneros Castellanos son derrotados en Villalar por el ejercito imperial de Carlos V, sus cabecillas, entre los que se encuentra el marido de María Pacheco, Juan de Padilla son ejecutados, y acaba cualquier esperanza de victoria para los rebeldes.
Sin embargo, Doña María decide no rendirse, y tras conocer la noticia de la muerte de su marido se pone a la cabeza de los habitantes de Toledo y junto a los últimos rebeldes se prepara para el asedio desde el alcazar.
Seis meses resistirá Toledo los ataques y los bombardeos imperiales, tiempo en el que Doña María se niega a escuchar a sus capitanes, que la aconsejan la rendición ante el soberano más poderoso de Europa. Sin embargo, el 25 de Octubre de 1521, finalmente, se firma un armisticio por el que los comuneros entregan el alcazar y se someten a la autoridad imperial, a cambio de conservar sus armas y su control sobre la ciudad.
Ese es el final de la rebelion que se había iniciado en el mismo Toledo un año y medio antes.... O eso habría querido el joven emperador, porque poco tiempo después María Pacheco lidera un nuevo levantamiento en el que, junto a sus seguidores, toma el alcazar liberando a los comuneros allí retenidos.
El levantamiento es sofocado rápidamente y Doña María condenada a muerte, por lo que debe huir en secreto, refugiandose en Portugal, donde vivirá el resto de sus días, hasta su muerte en Oporto a la edad de 35 años.
Allí, en la catedral, siguen sus restos, pues Carlos V nunca perdonó la humillación que suponía que esta mujer no se sometiera a su poder, "mas absoluto y real que antes de que estallara la rebelión de que sufren las ciudades castellanas". Jamás permitió que su cadaver fuera trasladado a Villalar, para que reposara junto al de su marido, como era su deseo.
En fin, comencé estas lineas hablando de los símbolos y de la poca importancia que tiene en ocasiones el porqué, y precisamente por eso espero, la próxima vez que visite Oporto, encontrar el sepulcro de María Pacheco y Mendoza para, a modo de mensajero, ir a ver a mi señora para traerla una misiva:
Cuanto más vieja es la yesca
y más duro el pedernal.
Si los pinares ardieron
aún nos queda el encinar.
3 comentarios
Mon -
Hermano Mero -
Andrómeda -
Besotes!