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HERMANO MERO & HERMANA CABRA

Rutas Pirineos

POR EL VALLE DE ANSO (I)

POR EL VALLE DE ANSO (I) Ansó es el más occidental de los valles altoaragoneses, lindando al Oeste con Navarra y al Norte con Francia. También constituye el límite entre el Pirineo Atlántico y el Pirineo Central, o Alto Pirineo. Es decir, aquí encontramos la transición entre la suave Cordillera de pastizales y colinas boscosas, que encontramos mas allá del Navarro valle de Roncal y el Pirineo de formas agrestes y atrevidas, donde la roca es el principal protagonista.

Culturalmente esta también es tierra de transición, pues aún encontrándonos tierras jacetanas, las influencias Navarras son evidentes, tanto en la arquitectura, como en los usos y costumbres, influencia que en el vecino valle de Echo es mucho menos marcada.

El valle de Ansó es recorrido por el Río Veral, que al sur de la capital del valle, forma la espectacular foz de Biniés. No es este el único desfiladero que encontramos, pues al norte del pueblo, el río también se encuentra aprisionado entre las gemelas moles calizas del Espelunga y Peña Ezcaurre. Esta cumbre es la mas destacada del cordal que sirve de limite occidental al valle de Ansó, separándolo del Roncal.

Mas al norte, ocupando la zona mas alta del río Veral, encontramos las praderías de Zuriza y Linza. Tanto el camping y albergue de Zuriza, como el refugio de Linza, constituyen buenas bases para acometer las ascensiones de esta zona, de las que destacamos, aparte de la mencionada Peña Ezcaurre, el Txamanxoia, y Lapakiza Linzola, ambas ocupando el extremo noroeste del valle y lindando con el Rincón de Belagua, o también la Mesa de los Tres Reyes, donde se unen Francia, Navarra y Aragón (de ahí su nombre) y que constituye la mayor altura del valle.

Desde esta última cubre se desprende hacia el sur un importante cordal con una serie de alturas; Petrechema, Sobarcal, Mallo Acherito, Chinebral de Gamueta, Gorreta de los Gabachos, Quimboa, Chipeta y Sierra de Alano, todas ellas muy similares, con alargadas lomas, mas o menos agrestes hacia el oeste, y vertiginosos cortados hacia el este, que también se configuran como remarcables objetivos montañeros. Este cordal constituye la frontera natural del valle por oriente.

Sin embargo, los límites administrativos de Ansó se extienden mucho mas allá, llegando el termino municipal hasta Candanchú, por lo que, al contrario de lo que generalmente se cree, los parajes de Aguas Tuertas, Ibon de Estanés, Guarrinza y el Barranco de Acherito, es decir, la zona más alta del valle del Aragón Subordán, no pertenece a Echo, sino a Anso.

El origen de este extraño reparto de tierras se explica en una leyenda, repetida en otras partes del Pirineo, según la cual, debido a las disputas por la propiedad de los pastos, se decidió hacer una carrera; un mozo de cada valle saldría a la misma hora de cada pueblo, y el punto donde se encontrasen se convertiría en el límite de términos. El mozo Cheso, muy seguro de sus fuerzas, y despreciando a su rival, cuando creyó la victoria segura, decidió descansar un rato, con tan mala suerte que se quedó dormido, ocasión que no desperdició el Ansotano, que de esta forma recorrió mucha más distancia, ganando para su pueblo, lo que el Cheso daba por seguro.

Los valores del valle son innumerables. Desde el punto de vista natural, podemos decir que posee algunos de los bosques mejor conservados del Pirineo, como el del barranco de Gamueta, o remarcables ejemplos de modelado kárstico (destacando el karst de Larra o los lapiaces de las foyas del ingeniero). También posee numerosos recuerdos de su pasado glaciar, en forma de lagos, como los ibones de Acherito y Estanés, o valles en “U”, del que el más claro ejemplo es Aguas Tuertas, donde además podremos contemplar restos megalíticos, que hacen de este lugar un paisaje parado en el tiempo, desde hace miles de años.

Desde el punto de vista cultural, como ya dijimos, Ansó posee numerosas peculiaridades, comenzando con su particular “fabla”, el ansotano, dialecto peculiar de este valle pirenaico y terminando por el traje típico, al que se tiene en el valle especial querencia.

En definitiva, el valle de Ansó posee suficientes atractivos como para merecer más de una y más de dos visitas. Por cierto, que no es precisamente el menor de sus encantos, el que aquí no encontraremos masificaciónes, ni siquiera en las fechas de temporada más alta, gracias a que no se ha apostado por el desarrollo miope y a corto plazo, basado en la construcción y el esquí alpino, al contrario que en otros valles pirenaicos.